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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre locuras, genialidades y chocheces

En cada generación de pollos, siempre aparecen uno o dos más espigados que los demás, que descuellan antes, y son la envidia del cotarro. Las madres cluecas, orgullosas, los apuntan como ejemplo a las demás -"el mío es el más alto, me dice la profesora que está maduro para su edad; es listo como el hambre"-, hasta que llega ese día en que los otros también han crecido para igualarle e incluso, generalmente, siguen creciendo hasta dejar pequeño al que se desgarbó primero.

Las nuevas tecnologías generan espigados de corral que se creen los gallitos de la ciencia, porque saben combinar cuatro palabras de la nueva jerga. Como se les llama para que cuenten lo que saben, levantan la cabeza a destiempo, y se malogran. Sucede ahora mucho, porque cada tres por cuatro se inventa en algún sitio una fórmula para hacer lo mismo algo mejor, un poco más rápido, un si es no es más simple. Y como el tiempo ha pasado a medirse en eternidades, unos segundos parecen un fastidio.

La sociedad debería cuidar más lo de repartir prematuramente los premios a los pollos espigados, haciéndolos creerse lumbreras demasiado pronto, sin ser más que espejos o repetidores de segunda, que es lo mismo que les pasa a los pollos que cambian el plumón un par de días por delante de los otros. La caída mental de estos engreídos les suele resultar estrepitosa, convirtiéndseoles en  frustración, sino en locura, lo que fue tenido por genialidad.

En el otro lado de la pirámide de edad, están las chocheces de los que vienen de vuelta, los gallos con espolón y plumas descoloridas, -equivalentes a leonzuelos desdentados- que se empeñan en contarnos historietas inventadas, insertándose en la historia como si hubiera sido los tipos más gallasperos y galanes de la quintana.

Unas actitudes y otras, impiden repartir bien el grano en las camadas, trasladando sin presiones las enseñanzas más relevantes de los chamanes de la tribu a los aspirantes más capaces y a quienes mejor puedan asimilarlas. En el libro de la selva, dicen que está fórmula sería la manera de conseguir alguna vez levantar el vuelo, conseguir ser libres de las servidumbres de esta granja.

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