Café para todos y chocolate con churros para Cataluña
Ya vamos superando la crisis. No me refiero a salir de ella, sino a estar convirtiéndola en elemento fijo del escenario. Se advierte en el lenguaje de los políticos, esos seres aparentemente humanos para los que una de sus capitanas intelectuales -Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid- ha vaticinado que están a punto de "quedarse sin empleo".
Aunque también ha pronosticado que "encontrarán otro" (empleo), por lo que debemos estar preparados.
La razón de la nueva maniobra de distracción que se incorpora al argumentario proviene de la obsesión que es la principal -y aparentemente, la única- tarea asumida por el Ejecutivo español desde el equipo de Mariano Rajoy convenció a una mayoría de votantes de que tenía la solución para lo mal que nos iba: reducir el gasto público, como sea.
Lo dicen todos. Me lo decía mi papá, Merkel, Sarkozy, Draghi, ... Me lo decía mi abuelito, Trichet, Rato, hasta ese economista de dos y dos son las que son, llamado Arturo Fernández, ...Me lo decían muchas veces y lo olvidaba muchas más.
El problema es que no hay sitios donde reducir, sin afectar a partes vitales (es decir, la eliminación significativa de prestaciones en los servicios esenciales, lo que significaría el adiós al Estado social), y por eso, los exploradores del Partido Popular anuncian que será necesario ceder competencias a la Administración Central desde las Autonómicas.
Cuando la presidenta Aguirre abordó la idea, el 10 de abril de 2012, dando más precisa formulación a lo que el superministro Montoro había expresado en la mañana de ese mismo día en Radio Nacional, saltaron las alarmas en el gabinete del presidente Artur Mas, allá en la Generalitat catalana.
Cataluña no solo no va a ceder sus competencias, sino que quiere más. Y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y el Llobregat por Manresa, denuncia que la situación actual es la consecuencia de que se ha dado café para todos en esto de las autonomías, cuando solo Cataluña y el País Vasco son verdaderas naciones históricas.
Deduzco que, con ello, pone de manifiesto su creencia, aún no avalada por la investigación, de que los demás habitantes de eso que los fenicios y los romanos (que en paz descansen) llamaron Hispania, no se merecen la gestión de sus recursos, porque no sabrían hacerlo bien.
No ha entendido Mas -y esperemos que su dificultad para comprender la situación no contagie a muchos catalanes (en especial, a los que obtuvieron tal título como hijos de inmigrantes leoneses o andaluces, que son los más vulnerables)- de que se está hablando, no de café, sino de servicios sociales. No de sálvese quien pueda, sino de solidaridad. No de encrespar los ánimos, sino de encontrar soluciones.
Si los políticos catalanes tienen solución para abandonar esta penuria, algunos estamos dispuestos a pagarles el chocolate con churros. En otro caso, agradeceríamos que se callen, y que se sorban el café que les toque sin rechistar, que es lo que venimos pagando todos.
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