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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Apología del dragón

Apología del dragón

El 23 de enero de 2012 comenzó el año para los chinos, que terminará el 9 de febrero de 2013 y estará bajo los auspicios del dragón; más precisamente, del dragón de agua (subespecie dura de asimilar para los que lo tenemos por bestia con garganta flamígera).

Siguiendo una tradición que cuenta con varios milenios, los especialistas chinos en ponerle puertas al campo de la indefinición, están convencidos de que todo lo que tenga que ver con el dragón es positivo, y que, siendo éste el mejor signo bajo el que se puede nacer o vivir, los humanos y sus negocios están de enhorabuena. Se espera un aumento de los nacimientos en China y, para los que ya están con los pies en la tierra, cambios positivos en sus vidas, en especial, si han nacido en los años en que campó el dragón.

El dragón oriental, como es sabido, tiene poco que ver con el adoptado por la cultura cristiana que, aunque coincidiendo ambos en ser seres legendarios, se asocia por aquí al mal y al demonio. En la leyenda dorada, por ejemplo, escrita por un ingenioso monje algo desocupado amigo de dar que hablar de los santos conocidos hasta el siglo IX, aparece un San Jorge que vence a su dragón en desigual batalla; seguramente, por sublimación de este episodio, los cuentos infantiles están llenos de caballeros que derrotan a dragones para liberar fundamentalmente princesas, entregadas por sus congéneres a la voracidad del macrosaurio o víctimas del mismo por quién sabe qué perversas intenciones. 

Una excepción occidental a la regla de lo mal que se reportan los dragones a la imaginación infantil en nuestras latitudes, es el congénere solitario de cierto cuento inglés, que, en su primera realidad, fue princesa,  condenada a esa cruel transmutación por su malvada madrastra, y que solo recupera su verdadera identidad cuando su hermano la encuentra, en un episodio que los perversos, a los que no va dedicado el cuento, pudieran encontrar incestuoso.

El grafismo del dragón fue reduciéndose con los siglos, y ahora los chinos se conforman con representarlo con un carácter bastante simplón que, nos dicen a los adultos para facilitarnos la memorización, es combinación de un cuerpo de perro (entiéndase, su grafismo chino) con la cabeza de una serpiente. A mí me sugiere, como prácticamente todos los signos de la escritura china, el esquima para un paso de coreografía para el balet del Lago de los cisnes, por lo que no me ha servido como regla nemotécnica.

Picado por la curiosidad, he investigado, utilizando técnicas avanzadas de Google (aprovecho para enviar mi sentido pésame a los usuarios de Megaloud, en especial, a los de pago), los signos bajo los que nacieron varios de los políticos que ocuparán una parte del espacio de los telediarios en este año draconiano. El resultado ha sido decepcionante: no vamos a poder aprovechar la buena estrella. Tenemos cabras (Rajoy, 27.03.55), cerdos (Saenz de Santamaría, 10.06.7; y Guindos, 16.01.60), conejos (Rubalcaba, 28.07.51), ratas (Zapatero, 4.08.60: en este caso, teníamos), tigres (Montero, 28.07.50), pero no dragones.

Tampoco sirve de consuelo que en el exterior español, quienes controlan nuestros hilos no tengan la protección coyuntural: Sarkozy (28.01.55) es tan cabra como Rajoy, la física Merkel (17.07.54) es caballo y hasta Obama (4.08.61) nos ha salido vaca.

Queda solo confiar en que China tire del carro, apoyada en sus creencias y en la tremenda fuerza de sus cifras. Vaya para estos nuevos redentores, mi felicitación más entusiasta: 新年快乐! (Xīnnián kuàilè - ¡Feliz año nuevo!)

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