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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Desde ir aviado a ir tirando

La riqueza del idioma español permite reflejar muchos matices con un par de pinceladas verbales, sugiriendo, como en un fuego de artificio, varias ideas con apenas dos palabras.

Hay, por ejemplo, muchas maneras de ir por la vida. Todo es cuestión de descubrir con quién o de qué vamos acompañados.

En las actuales circunstancias económicas, quien más quien menos trata de ir tirando, aunque los que no tengan trabajo y sí deudas, van aviados. Por cierto, que por una broma el lenguaje, ir aviado como su sinónimo estar apañado, no significa andar bien pertrechado para soportar los avatares (los de la vida) que eso es ir sobrado, sino ir más bien en pelotas.

Se puede ir a por lana y volver trasquilado, desde luego; es lo que merecen quienes se meten en camisa de once varas: que se encuentren con la horma de su zapato, que es ese más listo que descubre que van de farol y a cada metedura de pata, les va sacando los colores.

No es lo mismo ir a una fiesta que volver de ella, porque se va con ilusión y se suele venir con decepción, que de todas maneras es mejor que volver con un ojo morado o siete puntos en la cabeza. Si el propósito es delicado, posiblemente valga más ir solo que mal acompañado, y, de cualquier forma, cuando el cariz del tema vaya poniéndose negro, no hay que dudar en apagar e irse.

Ir en grupo, protege y garantiza el anonimato, pero no da inteligencia. Todo el mundo sabe que ¿dónde va Vicente?, donde va la gente, y con muchos, hay que andarse con cuidado. Se suele decir que Dios los cría y ellos se juntan, que en otros idiomas equivale a Pájaros de la misma pluma se agrupan, o sea, díme con quién vas y te diré quién eres.

Hay gentes con las que no se debe ir ni loco, y otras que no valen ni para ir a pañar higos, ni para un roto ni un descosido (y otras, sí, claro). Hay quien va sobrado y quien va dejando plumas por donde pasa, evidenciando de qué pie cojea; como todo en la viña, mientras unos van, hay ya quien viene, aunque lo haga de vacío.

Para gustos se hicieron colores, pero es hora de ir poniendo matices. Porque, al tiempo que algunos dejan pasar el propio tiempo, mirando las musarañas, están esos pocos que van, pian pianito, avanzando. Actúan como si les fuera en ello la vida, pero es que, de todas formas, así va el cuento para todos. Venimos (o nos traen, siendo precisos) para irnos.

No es tan sencillo, en estos tiempos, saber de qué va la cosa, por más que lo que se va viendo es que va para largo y que, si salimos de ésta, va a ser con suerte y no sin traumas. Para quienes andan ávidos de soluciones, un consejo que, al menos, les sirva para ir haciendo boca, sería no irse por las ramas, sino directamente al grano y que vayan por partes y cerrando capítulos.

Porque lo que hay que evitar es que el problema se nos vaya de las manos, a hacer puñetas. Si vamos atando cabos, lo que no deberíamos consentir es que los culpables de cómo vamos, se vayan de rositas. En cuanto a nosotros, los currantes, ya sabemos que lo nuestro es dejar que pase la tormenta, porque ¿dónde irá el buey que no are? 

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