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Al Socaire de El blog de Angel Arias

No escatimar energías en abandonar ciertas prudencias

Son tantos los temas abiertos que se nos presentan a los españoles, que produce vértigo asomarse a la ventura que supone relacionar los temas pendientes a final de 2011.

No hay borrón y cuenta nueva, desde luego. Por el contrario, después de la celebración de Nochevieja, se comprueba que los problemas siguen intactos. Su enumeración completa resulta casi imposible (por lo extensa).

Un problema grave, sin duda, es el que resulte del contenido -ya muy presumido- de la declaración que deberá realizar el yerno del Rey ante la fiscalía que investiga, no solamente trato de favor que recibieron las entidades de las que es o fue socio, sino el incumplimiento grave de sus responsabilidades fiscales y un presunto cohecho. La imagen de la monarquía está afectada y no será sencillo contener en límites masticables la marea creciente de indignación popular en la que se fueron trasformando el estupor y la sorpresa, tarea en la que el Ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, no tendrá tampoco fácil mantenerse al margen.

Para el Gabinete del presidente Mariano Rajoy en su conjunto, la selección de las líneas de desarrollo prioritarias con las que impulsar la economía a corto plazo, debería ocupar la parte más compleja de las disposicones a tomar. Con recortes presupuestarios, medidas de ahorro e incremento de impuestos no se dinamiza la estructura socioeconómica de un país, sino que se contrae el consumo. El apoyo a los sectores más activos en la exportación, la generación de nuevas alianzas de cooperación entre las empresas tecnológicas y los departamentos universitarios más eficientes y un programa con propuestas innovadoras que impulse al sector turístico y a los servicios en general (desde la ingeniería hasta la hostelería y restauración o la distribución al detalle) son algunas de las preferencias que aparecen, a primera vista, más prometedoras.

Igualmente necesario es la reconstrucción filosófica de un proyecto nacional, en el que colaboren, por supuesto, los partidos políticos con distribución por todo el territorio español y por el que resulten arrumbadas, al menos provisisonalmente, las tensiones ideológicas o separatistas, que solo servirían para agudizar la crisis común. Por ello, parece sustancial atender a la incorporación activa a ese esquema de cooperación, de los principales grupos empresariales y de los sindicatos, pero también la plasmación de un programa de actuaciones creíble, que sea corrector sin renunciar a ser equitativo y que genere confianza social. Llegada la hora de los sacrificios, deben poner más los que más tienen. La modificación de las cargas fiscales por las rentas del trabajo que ha aprobado el Gobierno en la primera reunión efectiva de su Gabinete es más progresiva, pero insuficiente para desechar la persistente impresión de que la parte más dura del ajuste la asumirán las clases medias.

No hay una propuesta sencilla, pero ha llegado la hora de no escatimar energías para intensificar el trabajo, abandonando algunas de las prudencias que anquilosan nuestro sistema político, perjudican la estabilidad social e impiden el libre desarrollo económico. Sentarse a esperar lo que otros hagan es la fórmula segura para dejar pasar la oportunidad de renovar las pieles mustias de un pasado cuya tosca dinámica se ha hecho tan insoportable como perceptible.

 

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