Entre ser y estar
A quienes tenemos el español como lengua materna, el idioma nos ha regalado un tratado de filosofía con solo dos palabras: ser y estar. La comprensión de la diferencia entre ser algo y estar en ello es un escollo idiomático para muchos extranjeros que, aunque hayan alcanzado niveles altos en el manejo de nuestro vocabulario, tropiezan en una distinción que a ellos se les antoja sutil e incluso incomprensible y a nosotros nos resulta obvia desde los primeros balbuceos.
Nuestro filósofo más reconocido, Ortega y Gasset, no hizo más que poner en claro esta diferencia, adaptándola para anglosajones: "Yo soy quien estoy", podía haber escrito, pero lo glosó con más palabrería ("Yo soy yo y mi circunstancia"), condescendiente con los que no le entenderían en inglés. La traducción como "I´m who I´m" se confundiría con el "Yo soy el que soy", con el que Yahvé indicó su autonomía (en hebreo como en arameo).
Todo lo que creemos saber en filosofía gira en torno -posiblemente- a esos dos conceptos, que podemos agrupar, retorcer, pretender explicar o intentar destruir. "Yo solo estoy" sirve para los existencialistas, y las diferentes maneras de precisar "cómo soy", dieron y dan mucho jugo para pasar a la historia como pensadores muy finos: "Yo pienso, luego estoy", es el gran descubrimiento de Descartes que, la verdad, si no lo hubiera expresado en francés, no habría tenido tanto alcance.
¿Cuántos versos de su Hamlet hubiera podido ahorrarse Shakespeare, de haber podido expresar directamente esa sutileza? "To be or not to be", es lo mismo que "Ser o no estar", que es la cuestión a resolver en el famoso soliloquio.
"Ser y estar", desde luego, encierran a la perfección las claves de un misterio recalcitrante que sigue ocupando a los más activos físicos, filósofos y místicos, con resultados aún tibios -en nuestra modesta opinión- hasta el momento. Y cualquier niño español podría resolvérselo o, por lo menos, intentarlo.
(En el Día Internacional del Alzheimer, dedicado a todos los que padecen esta cruel enfermedad por la que se sigue siendo, pero ya no se está, y, muy especialmente, a sus cuidadores, que están junto a ellos y, no pocas veces, están por ellos, en vez de ellos)
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