¿Desde el Orgullo ignóstico?
Cuando la posibilidad de manifestar una cualidad o actitud ha estado largo tiempo reprimida, el que de pronto se levanten las barreras, provoca exhibiciones de exaltación que, vistas desde la calma, resultan ridículas, necias o estrambóticas.
En pocas décadas, se ha pasado de la represión sexual al libertinaje, de la subordinación de la mujer al varón a la depreciación de lo femenino, de la ciega confesionalidad católica a la proclamación descarada del agnosticismo como virtud.
Son simples ejemplos, cuya valoración exacta exigiría muchas líneas y no estaría exenta de generar polémica. Lo que parece, en especial, criticable es la manía de abrazar los nuevos credos sin haberse preocupado de entender las razones del que se abandona, y sin olvidar que la doctrina emergente también debe tener sus límites.
En lo que respecta a la pérdida de costumbres religiosas, en especial, de las derivadas de la doctrina cristiana por una sociedad que se proclama laica, o mejor expresado, aconfesional, el riesgo es haber abrazado colectivamente el escepticismo sin alternativa ética.
Por eso, no creemos que haya motivos para proclamar a diestro y siniestro el Orgullo Agnóstico de esta sociedad. En todo caso, lo que cabría es hablar de la Humildad Ignóstica (1), que es algo muy distinto.
Un grupo de autoproclamados ateos ha pretendido organizar una procesión sacrílega -desde la perspectiva del dogma cristiano-, apropiándose de dogmas, creencias y signos de los católicos, y llamando así la atención, no sobre sobre aquello sobre lo que ellos creen, sino sobre su desfachatez agresiva respecto a lo que creen otros.
Se han cuidado estos importunos transgresores, en su propósito de organizar una manifestación, en realidad, de su intención de ofender a un colectivo de creyentes, de atacar los principios religiosos de otros grupos menos tolerantes con los que las agreden. No se les verá, por ello, en una ciudad islámica ridiculiizando su libro sagrado o alguna de sus expresiones religiosas más emblemáticas.
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(1) El ignosticismo entiende que, antes de hablar de agnosticismo o ateísmo, hay que ponerse de acuerdo respecto a lo que es la divinidad.
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