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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Contra el futuro no se puede luchar

Que la mayoría de los ancianos de la tribu vean el porvenir negro está en la esencia de las cosas, podría decirse. Quienes presienten ya cerca el final de su existencia, tienden a fabricar un precipicio allí donde se ubicaría el futuro y argumentan con facilidad que cualquiera tiempo pasado fue mejor.

Por el contrario, a la juventud hay que exigirle ilusión, confianza en que lo que viene, gracias a su esfuerzo, será mejor que lo que han encontrado. Por eso, una situación como la presente en que un grupo de descontentos pretende convencer a la mayoría de que hay más razones para la desazón que para el gozo, respecto a lo que van a construir, mueve a perplejidad.

La desilusión no es culpa de los jóvenes, sino de los mayores; porque se desilusiona el que ha tratado de poner en marcha proyectos y no ha podido realizarlos o ha fracasado en ellos. Por eso, no sería justo atribuir a una minoría juvenil irresponsable esta ola de protestas, algunas extremadamente violentas, y que se atribuyen, por intereses de quienes pretenden sacudir sus responsabilidades, a adolescentes revolucionados que no tendrían nada que ofrecer, salvo su deseo de poner el sistema patas arriba.  

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