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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la imaginación y el poder

Su relación no se parece a la del sol con la noche, sino más bien a la que mantiene el culo con las témporas, ya que la imaginación y el poder no son complementarios, ni opuestos, sino que se mueven por territorios diferentes.

Para un observador que pretenda analizar las cosas libre de condicionandos, el eslogan del situacionismo, "La imaginación al poder", aparece como una luz guía que genera opciones para el optimismo en nuestro mar de dudas.

La travesura intelectual de aquellos jóvenes de los cincuenta del pasado siglo, que creaban situaciones para manifestar su rechazo a cuanto significara dogma, que pretendían dar la vuelta a los calcetines y anclajes del pensamiento, para poder contemplar las cosas desde el otro lado del espejo, cobra su vigencia otra vez, ahora que colectivamente nos hemos vuelto a anquilosar en el fango de la estulticia, siendo el pensamiento creativo despedazado a picotazos, sostenidos como estamos por las garras de la comodidad, el conformismo y la falta de imaginación.

Los indignados del 15-M, que han conseguido que tanto se hable de ello, no tienen mucho que ver con aquellos jóvenes, porque la situación que critican se la han creado otros, es decir, ha venido generada por el poder. Sus eslóganes, deslabazados, sin la deseable coherencia, reflejan un claro malestar -compartido, como sentimiento, por una gran mayoría silenciosa-, pero no son, en conjunto, ni graciosos ni establecen una línea de actuación. Son, hasta el momento, simplemente, confusionistas.

No resultan prácticos, porque no son realizables, pero su planteamiento en tono de seriedad, de presión al poder, crea desconcierto. No hay revoluciones pacíficas, ni cambios drásticos desde dentro. Y, en realidad, los jóvenes manifestantes -y los que los acompañan, canosos- son un movimiento pacifista, light, que no quiere sangre, porque le da vértigo, pero pide a gritos que se corten cabezas con los cortauñas de la estantería.

No hay que pedir imaginación al poder, porque no la tendrá. Su preocupación será reproducirse, entregar justificaciones en la pretensión de que no se puede hacer mejor o de que lo que se hace es el único camino posible. Es también evidente, que los partidos políticos -¡todos!-se han convertido en España en instrumentos controlados férreamente por sus estructuras dirigentes, en las que la ciudadanía, e incluso la mayor parte de los militantes, no tienen ninguna o muy pocas posibilidades de influir.

Tampoco la imaginación quiere el poder, porque el eslógan es, en estricto sentido, una manifestación ácrata. La imaginación, el estímulo de la novedad, la novedad como recurso, solo provienen de la libertad y la imaginación reclama vivir en libertad.

Pero, ay del poder que no atienda regularmente a las propuestas de la imaginación, porque caerá, falto de solidez, víctima de la revolución de las ideas, que, sin guía, se habrán convertido en caos, en exigencia de destrucción inmediata del poder.

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