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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el concepto de rentabilidad y los intermediarios

Hay muchas formas de medir la rentabilidad, pero la más útil es la que la define como el cociente entre el beneficio por unidad de inversión. Si Vd. monta un negocio y obtiene el 10% de lo que puso desde el primer día (o al menos, desde el primer mes), es un buen asunto. En otro caso, y si tiene memoria y no padece de almorranas, prepare oposiciones.

Uno de los mejores empresarios que hemos conocido y que, por supuesto, acumuló una respetable fortuna (que sus hijos se encargaron de dilapidar, dicho sea de paso), practicaba la técnica de "la doblada", que no es mal consejo. Consiste en pedir por algo siempre el doble de lo que le ha costado a uno, añadiendo, naturalmente, al precio de compra, los gastos interiores.

En caso de que Vd. no se considere capaz de montar un negocio con producción propia -nos referimos, de esos en los que se fabrican cosas, desde una tortilla de patata a un transductor-, y, de todas formas, se siente con vocación empresarial, lo más sensato es que se dedique a la labor de intermediación.

El intermediario es una persona (física o jurídica), cuyo rasgo de personalidad más relevante es que tiene contactos que le permiten obtener beneficio a partir de lo que otros fabrican y no saben vender en el mercado adecuado para obtenerle el máximo rendimiento.

Ejemplo bastante actual de intermediarios se puede encontrar en las declaraciones realizadas por el teniente coronel español Abraham Ruiz López, entonces enlace entre las Fuerzas españolas y la OTAN, que negó cualquier el pago de cualquier comisión, pero reconoció, en su declaración como testigo en el caso del avión de transporte Yak-42, que hubo muchos intermediarios en la operación.

El viaje, que no el avión, estrellado con sus ocupantes en Turquía, -63 militares españoles,que volvían de colaborar en la misión "Libertad Duradera", en Afganistán; 12 tripulantes y 1 ciudadano bieloruso-, fue contratado a un intermediario (broker, para los anglosajones y algunos pedantes que quieren colar el inglés en todas partes) por Defensa. Se generó así una cadena de intermediarios, todos ellos, deduciendo del importe sus correspondientes beneficios, a partir del coste contratado por el Ejército (es decir, el Estado) de 140.000 euros. La línea de toma y daca estuvo formada por compañías, cuyo bagaje era un teléfono, una secretaria multilingüe y contactos, hasta que se encontró una compañía bielorusa, contratada por una libia, que se encargó de hacer el trabajo (que salió muy mal, en este caso), por menos de 40.000 euros.




Es solo un ejemplo de rentabilidad a la inversa. El 80% del pago del cliente se destinó a llenar el bolsillo de fabricantes de humo. Hubiera bastado un solo intermediario transparente, que se hubiera contentado con el 10% de la operación, en concepto de comisión de agente. Tal vez el avión hubiera sufrido más revisiones, contado con una tripulación no tan extresada, disfrutado de una caja negra sin distorsiones, y ahora estarían 76 personas (de ellas, 62 en España), disfrutando de sus familias y amigos. Y muchas, muchas más, contentas (encasuados, compañías de seguros, mandos de Defensa, ex-ministros, etc.)

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