Entre lo esotérico y exotérico, ¿qué hay?
He aquí dos palabras, con significados opuestos y apenas discernibles fonéticamente, que son confundidas frecuentemente. Como dos hermanos gemelos, parecidos físicamente como dos gotas de agua -así se suele decir-, pero que tuvieran caracteres contrarios, son tan distantes como pueda estarlo el huevo de la manzana.
En una primera aproximación, puede aceptarse que lo esotérico responde a lo oculto, a lo interior, y lo exotérico a lo vulgar o simple, que corresponde, en principio, a lo exterior. Para profundizar en los recovecos de lo esotérico (eso, interno) hay que instruirse, y para entender de lo exotérico (exo, externo) bastará el sentido común.
Como no hemos concebido este Cuaderno como un ejercicio de pedante exhibición gramatical, procede de inmediato contestar a la pregunta que formulamos en el título. La respuesta no ha de ser otra, una vez recordado el significado de ambos términos, que ésta; entre lo esotérico y lo exotérico el espacio debiera ser nulo, pero la realidad muestra que es vastísimo.
Se enfrentan aquí, por cierto, otros dos gemelos. Para los que se contentan con moverse en lo exotérico, el ropaje intelectual puede ser basto, pues su trabajo es de observación, y serán muchos los que se sentirán satisfechos con lo que vean; para quienes preocupa avanzar en lo esotérico, no les bastará, si son cabales, tener en cuenta lo que hayan aprendido de los libros, por vasto que fuera, pues al investigar a través de la conciencia, que tiene por puertas lo oculto y escondido, siempre se encontrarán, en el patio propio, fuentes de sorpresas.
De lo exotérico y lo esotérico se pueden sacar infinitas consecuencias, pues los terrenos para la investigación son amplísimos. La frontera de ambos mundos es tan frágil, sinuosa y difuminada que nadie se aventuraría a trazar sus límites.
Hay algunas sedicentes ciencias que quieren acercarnos lo esotérico, contando historietas que resultan del gusto de los que tienen menos cultura y se dejan seducir por los misterios. Pero hay tanto de misterioso en lo que está fuera como dentro de nosotros.
Los simples tienden a creer que hay un mundo que solo se percibe desde lo esotérico, cuando los más sabios convendrán en que, mientras no se demuestre lo contrario, ambos espacios se imbrican de tal modo, que la única forma de saber si nos movemos en lo esotérico o en lo exotérico es admitiendo que el límite queda trazado en cada uno por la sola voluntad de considerarse centro del universo o una ínfima partícula de un cosmos aún inabarcable, mírese como se mire.
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