Sobre seguridad global y gambarimasu
Nos parece, en efecto, pero por diferentes razones que las que esgrimen algunos bustos parlantes, que el desarrollo de los acontecimientos recientes en Japón deberían señalar un antes y un después en el tema de la seguridad en nuestro planeta.
Ya hemos expresado en otros Comentarios nuestra admiración, respeto y afecto por el comportamiento de la población japonesa ante la desgracia provocada por el terremoto, el maremoto y su derivación nuclear.
Mientras los occidentales escapan del escenario, sus políticos hablan de apocalipsis o paralizan sus centrales nucleares, la gran mayoría de los japoneses trabajan sin descanso en la recuperación de la situación normal, la búsqueda de víctimas, la superación en silencio de sus duelos, temores y carencias; y un grupo de héroes están dominando, con coraje, técnica, recursos extraídos de debajo de las piedras y dientes apretados, -y entre voces de "dañado irreversiblemente" "fuera de control" "desastre nuclear", "falta de información", "ampliación del espacio de seguridad", "nucleares, no"-, la fuerza rebelde de los reactores de Fukushima.
Vivimos deseando máximo confort, máxima seguridad y eterna juventud. Tenemos cada vez menos de los tres.
Nuestro confort es falso, porque lo hemos ido concentrado en satisfacciones individuales, hedonistas, ficticias a la larga, porque van dirigidas al cuerpo y no al espíritu.
Nuestra seguridad es mínima, amenazada por terrorismos de todo pelaje, violencias de sátrapas, locuras de género, desastres naturales y, sí, la necesidad desmesurada de energía para alimentar el confort de nuestro cuerpo caduco. Y no tenemos la eterna juventud, ni siquiera disfrutamos bien de nuestra salud, porque aunque vivimos más tiempo y podemos hacernos varios lífting e inflarnos los carrillos, los pechos y el trasero, caeremos irremisiblemente en una vejez abandonada, en un final de fiesta miserable, rodeados de aparatos y embutidos de medicamentos, mientras los que creíamos que nos amaban se habrá ido a jugar al squash o al julepe.
Gambarimasu implica sentirse solidario con el espíritu colectivo, poder olvidarse de que el individuo que somos es muy poco en relación con la fuerza de todos juntos. Desde la órbita de la seguridad, supone que, mientras nos mantengamos unidos, seremos indestructibles.
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