Sobre lo importante
No llaman. No acuden. No responden. No preguntan. Están, dicen, totalmente ocupados. En cosas importantes y urgentes. Se cruzan en la calle con el otro, hacen un gesto, provocan un roce frío, y se van, como el conejo blanco de Alicia en el país de las maravillas. "¡Qué tarde es!".
"No llego". "No tengo tiempo". "Estoy agotado". "No doy abasto". "Un día de estos, nos vemos y te cuento". "Ni te imaginas".
Así van pasando los días, los meses, los años, y el silencio, que todo lo ocupa, va llenando lo que debería estar ocupado por el cariño, los afectos, el momento relajado, el recuerdo, la simpatía, la complicidad.
Tal vez les ayudemos diciendo que no nos engañan. Sabemos, sencilla y simplemente, que no es cierto que estén tan ocupados. Están, en realidad, perdidos en su incapacidad para resolver, en su poca atención a los que necesitan ayuda. Huyen, y en su gran inestabilidad emocional se creen imprescindibles.
Imaginan que pueden convencernos que de lo que están haciendo (sea lo que sea) solo ellos tienen la clave.
Así que, cuando los veamos pasar, fugaces, atropellados, convulsos, disculpándose por no tener tiempo para nosotros, podemos gritarles, girando nosotros la espalda, para que nuestro mensaje les alcance nítido: "¡Adiós, amigo!. ¡Feliz viaje hasta tu destino en ninguna parte!.¡Cuando tengas tiempo, piensa en recoger los afectos que se te han ido cayendo por el camino!"
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