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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Ante la propuesta de Merkel para ayudar a disminuir el paro en España

Los líderes alemanes siempre han estado dispuestos a echar una mano a esa admiradora casi incondicional que es España y, en correspondencia, no se han regateado sacrificios para no defraudar a la hermana mayor.

Los alemanes ya no son, por lo que se observa en las calles, ni más altos, ni más rubios, ni más guapos, pero sí, claramente, más sistemáticos, más emprendedores y aunque, posiblemente, no puedan acreditar tener la media de inteligencia más alta del planeta, se siguen creyendo más inteligentes que los españoles.

Los españoles, que persistimos en nuestra condición de no saber lo que somos como colectivo, somos muy útiles como criados, lacayos y comparsas y, por el devenir de la Historia, quienes mejor han aprovechado esa actitud servil, disimulada con bigotitos, algunos exabruptos y vacua pretensión de independencia, han sido los alemanes.

También debe reconocerse que esa perspicacia para sacar partido del adocenamiento hispano no proviene únicamente de la cualidad teutona para echar el ojo a quien le puede echar una mano, sino que se ha encontrado flanqueada, robustecida y contrastada a mano izquierda de su mapa y derecha del nuestro, por la pertinancia francesa en ignorarnos, ningunearnos o criticarnos y, por tanto, en justa correspondencia hacia unos y otros, nos aliamos con germanos cuando no viene al cuento y no nos fiamos de los gabachos cuando nos vendría al pelo hacerles la pelota.

El cariño de Alemania hacia lo español ha sufrido un reciente impulso. ELa Embajada alemana en España ha recogido en su web (www.madrid.diplo.de), dentro de la cooperación entre ambos países, una oferta de personal cualificado en varios sectores (ingeniería, medicina, docencia y, por supuesto, hostelería) que ha revolucionado las aguas del ya inmenso paro patrio.

Alemania, se nos dice, necesita técnicos y personal sanitario para reforzar su salida brillante de la crisis, y España es considerada por los calificadores del motor europeo como un vivero excelente de ese material humano. Máxime cuando es constatado que no sabemos qué hacer con él, pues cientos de miles de universitarios campean con un título inútil bajo el brazo, sin encontrar trabajo.

No han faltado quienes han elevado sus voces al cielo, denunciando el expolio de cerebros y capacidades que ello supone para España.

Qué error, qué inmenso error. El ministro de Trabajo español, que ahora es Valeriano Gómez, experto sindicalista, entiende la situación con absoluta claridad. Puesto que nuestro país es incapaz de generar empleo y riqueza y estamos ya en período electoral -para gran parte de las autonomías y renovación de concejales en todos los ayuntamientos-, lo inmediato es mejorar las cifras del paro. Como sea.

Eso sí, hay que garantizar que estos jóvenes -expresan desde el Ministerio, puestos de rodillas- , cuando vuelvan a casa, con su talento reforzado por lo mucho que van a aprender en Alemania, encuentren un puesto de trabajo acorde con su esfuerzo, sus capacidades, su experiencia.

Tururí, tururú, resuenan las trompetas.

Pero no se rasgue nadie las vestiduras. Estamos en equilibrio. Nosotros también creamos empleo para Alemania. Ahí están, sin ir más lejos, los ejemplos de Laudrup, Özil, Khedira, y eso que es proverbial la resistencia de los alemanes, incluso los de primera generación, a dejar el suelo donde juegan, salvo que se les saque de allí a golpes de billetes.

Y todo incluso a costa de sacrificar uno de nuestros futbolistas-símbolo, Raúl González, obligado a pelearse bajo el frío en los terrenos del Schalke 04 (vaya nombre para un equipo de fútbol) contra tipos que le ponen zancadillas en una lengua ininteligible.

Por cierto, que exista libertad de circulación -y asentamiento- para personas vigente para los ciudadanos de la UE, y la homologación automática de títulos, fruto de los acuerdos de Bolonia y Schengen, así como de la muy desgraciada interpretación hispana de la Directiva de Servicios que pretende destruir los Colegios profesionales, no facilitará la creación de puestos de trabajo cualificados para españoles en nuestro país.  No, todo lo contrario: vendrán, cuando les interese, sin trabas, los de fuera.

Pero eso será parte de otra historia, la que nos hace proclives a fomentar medidas para profundizar en nuestro descalabro colectivo.

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