Hasta donde la vista alcanza, Cuba (3)
Existen bastantes países en los que la población sufre penurias, disparidades salariales, desinformación y control policial superiores a Cuba. No se puede enjuiciar la situación cubana desde la comparación con estados en los que los desequilibrios y las torsiones de los conceptos democráticos admitidos como norma, generalmente constitucional, en países occidentales son incluso más graves, sino que conviene hacerlo, y así lo pretendemos, desde la falta de aprovechamiento, el despilfarro o el maluso de los grandes recursos de la isla.
Esta es la cuestión más descorazonadora. Más del 95% de la población de Cuba vive en condiciones de penuria, como consecuencia parcial del bloqueo internacional, pero, sobre todo, por la mala planificación, la escasa productividad y la avaricia con los peores colores capitalistas que dicen abominar, por parte de cierto sector de la cúpula dirigente.
Aunque la propaganda oficial indica que no hay pobres en la isla, no solamente hay mucha gente que vive con muy escasos recursos, sino que la expresión de la mendicidad se encuentra a cada rato y, para colmo, en las zonas turísticas, se observa cómo, a muy primeras horas, algunos que podrían parecer organizadores de colectas sitúan a varias personas con sus miembros amputados, deformaciones graves o estados catatónicos evidentes, en sitios estratégicos. Si no fuera porque no tenemos ningún derecho a pensar tan aviesamente, podría sospecharse que forman parte de las acciones para sacar el máximo provecho de las visitas de extranjeros.
La sanidad pública en Cuba sigue siendo gratuita, lo que favorece el uso innecesario de los servicios médicos. La propaganda oficial alardea de las ayudas prestadas, por ejemplo a Haití, para combatir el cólera, difundiendo una y otra vez una entrevista con una médico que indica que han llegado con sus prestaciones a sitios donde ningún otro país se ha dignado aparecer.
En Marina Hemingway, el Hotel El viejo y el mar, un establecimiento de cinco estrellas situado en medio de un puerto deportivo en el que se ven varios yates con banderas alemanas, canadienses y neozelandesas, está cerrado al público y un portero más bien adusto, prohibe la entrada; se sigue, según responde a nuestra pregunta directa, con la operación de ayuda a venezolanos ("Misión Milagros") que padecen cataratas y otras afecciones oculares, pero no hemos visto, en un buen rato, movimiento significativo en la zona.
Hemos hablado con usuarios del sistema sanitario, y casi todos coinciden en su calidad aceptable, y en la excelente disposición del personal sanitario. Faltan medicinas y los aparatos ya no están en primera línea tecnológica. En los mismos días de nuestro viaje, se descubrió que en un centro geriátrico tenido como modelo habían fallecido, por frío e inanición, varios ancianos.
(sigue)
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