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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Hasta donde la vista alcanza, Cuba (4)

Hasta donde la vista alcanza, Cuba (4)

La subsistencia de dos sistemas monetarios simultáneos en la Cuba actual es, no solamente un peculiar intento de apropiación de divisas exprimiendo los bolsillos de los visitantes extranjeros, supuestamente todos capitalistas, sino que propicia la generación de una curiosa dicotomía, que en absoluto es completa, como más adelante explicaremos, en el mercado.

En principio, hay algunos productos que se pueden adquirir en moneda local, el peso cubano, cuyo valor de cambio oficial -exclusivamente en los puestos de Cadeca, la agencia de cambios propiedad del Estado- es de 24 pesos cubanos por cada cuc, que es como se denomina abreciadamente la unidad convertible, también llamada peso convertible.

El sueldo oficial de los empleados por el aparato estatal, omnipresente, fluctúa entre los 300 y los 450 pesos mensuales (entre 25 y los 40 euros). A pesar de las cartillas de suministro y de las prestaciones gratuitas, no es sencillo vivir con tan exigüos salarios, y los que pueden, se buscan un suplemento en trabajos fuera de control estatal, propinas, favores, regalos.

Los extranjeros deben cambiar sus dólares o euros a pesos convertibles, siendo el cambio del euro, variable día a día. En nuestro viaje, que tuvo lugar desde el 11 de enero de 2011 al 22 del mismo mes y año, fluctuó entre 1,15 y 1,20 cucs por euro. Los precios de los hoteles, restaurantes y las tiendas de abastecimiento especial y, por supuesto, las de souvenirs (todas controladas por el Estado, es decir, por el Gobierno), se rigen en cucs.

En los desabastecidos mercados agropecuarios se puede comprar en pesos cubanos, a precios muy bajos. Los escasos productos que en ellos se ofrecen (algunas legumbres, hortalizas y frutas; carne de cerdo presentada en condiciones higiénicas deplorables, y poco más) resultan muy asequibles para el turista que se arriesga -es un decir, pues nada impide su entrada- a entrar en ellos.

Una libra de la fruta bomba (papaya), por ejemplo, se vendía a 4 pesos cubanos; había abundancia de tomates, que parecía el producto estrella, que podía incluso comprarse a 2 pesos. En la hedalería Coppelia, después de guardar la cola correspondiente -los cubanos son muy aficionados a los helados, haga frío o calor- se puede adquirir una ensalada del gusto que te toque en suerte (ocho bolas de helado) por 8 pesos. Si se quiere elegir con más opciones y no guardar cola, los funcionarios que controlan la entrada a las dependencias te indican, amablemente, que entonces tienes que pagar la misma cantidad numérica, pero en pesos convertibles.

Cuba es, en consecuencia, muy cara actualmente para el turista. Los hoteles, que aunque luzcan cuatro o cinco estrellas no siempre las merecen, no se arredran en soicitar entre 80 y 150 (o más) cucs por noche, y no siempre incluyen el desayuno. Comer a la carta -siempre escasa y con productos bastante insípidos, en los que la "langosta" y los "camarones" son una constante en la oferta, puede salir tranquilamente, incluida una cerveza (2 cucs, en general) por la respetable cantidad de 18 a 25 cucs.

(sigue)

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