Sobre éxitos y objetivos
Puede parecer una obviedad, pero pocas veces -poquísimas- se alcanza lo bueno que no se desea, y, si fuera anhelado, aquello por lo que no se haya trabajado intensamente.
Si se trata de un objetivo colectivo, nunca se logrará si la mitad de los que deben colaborar actúan en dirección contraria; y, tampoco se podrá alcanzar, o se conseguirá con mucha más lentitud, -seguramente a destiempo- si un alto porcentaje de los que están en la situación se inhiben, cruzados de brazos, como si no fuera con ellos.
No sería concebible una empresa sin objetivos, y no se pueden cumplir éstos sin un plan, un equipo ilusionado y un líder que confíe en el saber hacer de sus colegas (¿subordinados?) y que solo actúe para tomar decisiones cuando, ocasionalmente, haya varias opciones.
En el deporte, los españoles parece que hemos descubierto que podemos ser los mejores, incluso que parece tenemos actitudes especiales para algunas disciplinas. Si tenemos un objetivo, preparación para lograrlo, confianza en el líder y una estrategia adaptada, podemos ganar y ganamos. En tenis, en ciclismo, en motociclismo, en fórmula uno, en balónmano, en balóncesto, en marcha, en fútbol...
En política las cosas no van de distinta manera, porque esta actividad humana no es una invención extraplanetaria.
No es necesario que el líder sea un premio nóbel, ni que pretenda saber de todo.
No sería coherente pretender ser los mejores del mundo en todo lo que nos suena a bueno y nobilísimo (ayuda simbólica al desarrollo, empleo masivo de energías verdes, intermediación aleatoria en conflictos, asistencia social desmesurada, etc.) y despreocuparnos de lo que exige esfuerzo (aumento claro de productividad, contención radical de gasto, eliminación decidida de redundancias, ahorro en energía y electricidad, priorización feroz de objetivos, abandono sin tapujos de proyectos por falta de medios, sacrificio salarial y solidaridad coherente con los que menos tienen, etc.)
Pero, sobre todo, lo que no nos deberíamos de perdonar es, en época de crisis, carecer de objetivos y que una mitad del país parrezca mirar hacia otro lado, espoleado por la falta de entendimiento entre los que están elegidos, no para demostrar su mejor fluidez verbal o su capacidad para darse mamporros vistosos en los foros, sino para tomar decisiones cuando hay varias opciones que sean apoyadas, cada una de ellas, por los que más saben, no por los que ignoran, intuyen, odian, ridiculizan, no se mojan, se benefician, desprecian, no padecen.
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