Sobre la energía nuclear: causas y efectos de la procrastinación
España es un país nuclear, con una no despreciable presencia de centrales nucleares de fisión distribuídas por su territorio y una significativa dependencia de esta forma de producción de energía primaria.
España es, sin embargo, oficialmente, un país que abomina de la energía nuclear y en el que se estuvo favoreciendo durante décadas la difusión pública de argumentos -provenientes de enfervorecidos "ecologistas"- en contra de esta fuente nuclear, a la que se imputa producir residuos de alta contaminación cuya eliminación no se conoce y haber causado el grave accidente de Chernobil, que podría repetirse en otro momento.
Es una contradicción, a la que ya nos hemos referido en otras ocasiones, no apoyar el desarrollo de una tecnología de la que se está haciendo uso, y que se seguirá utilizando hasta, por lo menos, mediados de los 2030.
Si se entiende que es peligrosa, por pura coherencia, habría que cerrar de inmediato todas las instalaciones, desmantelándolas sin dilación. Cueste lo que cueste: la seguridad, lo primero.
Si no me fío personalmente de quienes construyen aviones, sospecho que las estadísticas de accidentes están amañadas y no entiendo nada de aeroestática y propulsión, llegando a la conclusión de que la aviación no es suficientemente segura para mí, no viajo en avión; viajaré siempre en tren, en autobús, en coche, en acémila o andando.
Si se cree que no existe tratamiento adecuado para los residuos radiaoactivos y que no se encontrará a corto plazo una solución para su almacenamiento o recuperación definitivos, habrá que negociar con los países desarrollados en esta investigación que se hagan cargo de los residuos generados. Cueste lo que cueste: la tranquilidad, ante todo.
Si las soluciones alternativas han de adoptarse con un desarrollo tecnológico limitado -producto de su escaso apoyo a la investigación-, con una alta concienciación ecológica, -que le impide, por ejemplo, utilizar su carbón nacional aunque genere puestos de trabajo que no ha conseguido sustituir en esas zonas de producción, y que le impulsa a admitir la proliferación de parques eólicos en sus crestas montañosas y huertas solares en sus campos, con tecnologías emergentes centroeuropeas-, habrá que echar mano a los recursos propios y a la capacidad de ahorro.
Pero si resulta que estamos en un país relativamente pobre -resultado de la baja productividad per cápita y de los reducidos recursos naturales-, volvemos a la realidad, nos aguantamos, dejamos de lado nuestros sueños de lo que podía haber sido, y seguimos trabajando y dejando trabajar en lo que es, mal que nos pese.
Porque aplazar las decisiones no beneficia. En el arca de los buenos deseos, las telas, se apolillan. La procrastinación no se premia, se castiga, haciendo que las medidas que se demoraron por cobardía, dejación o insuficiente análisis, sean, a la larga, más difíciles, más caras, menos útiles.
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Ingeniero ambiental -