Sobre los abstenidos
No estará de más advertir, para quienes hayan llegado a esta página navegando por Google, que los abstenidos no existen. Abstenido no es sustantivo, sino participio del verbo abstener(se), que es reflexivo. Así que siempre que, como no es tan extraño, se especifique en un Acta de una reunión el número de los que no expresaron opinión, o se prevea en unos Estatutos cómo contabilizar a quienes decidan no mojarse, no se deberá hablar de los abstenidos, sino de los que se hayan abstenido.
En fin: Los abstenidos y los que se hayan abstenido son ya franca mayoría en todos las votaciones. Da igual que se elija presidente de la República como de la Comunidad de vecinos. Por supuesto, la situación de haberse abstenido será la más común si se piden voluntarios para dar el callo, aunque en este caso, el de escurrir el bulto o darse el piro, más bien se debería hablar de huídos, mangantes, escapados. Los más jóvenes, que han aprendido algo de inglés, hablan en este caso de que Fulanito o Fulanita, "están mísin".
Las razones de haber crecido tanto el número de los que propenden a la abstención está, en opinión fundada, no tanto en la ignorancia acerca del tema sino en la convicción de que, vótese lo que se vote, no se va a cambiar nada de lo mucho a lo que sería necesario dar el vuelco. Por ello, la decisión personal que adopta una parte creciente del personal, cuando se le pide que elija, es tomarse el día libre, y, en lugar de acudir al lugar en donde habría que emitir el voto, irse de excursión con los parientes o sobar un rato más.
También es cierto que, puestos a abstenerse de manifestar opinión válida, hay que distinguir entre los ausentes o no comparecientes y los que, estando presentes, votan en blanco o manifiestan su neutralidad acerca de lo que se vota. Se han lanzado dardos envenenados contra los primeros, que forman la abstención propiamente dicha, o supina. Que si su opción es antidemocrática, que se debe acudir a las urnas aunque sea para votar en blanco o hacerlo nulo, y que si patatín o patatán.
Pero, bien mirado, para los que organizan las votaciones, es preferible la actitud del que se abstiene del todo, del que vota, por ejemplo, al Pato Donald o a la Bruja Piruja. Este último voto sería nulo,pero expresaría a las claras que el que lo emitió está en absoluto desacuerdo con las propuestas válidas. No nos consta que en los cuadros con los resultados de una votación figuren los votos otorgados a personajes imginarios, pero sería una medida nada despreciable del grado de descontento inaguantable de un sector de votantes.
Lo que no entendemos es esa obsesión en vigilar el porcentaje de lo que se considera como "participación". Porque, si lo que se va a elegir es importante, todos los que tuvieran ocasión de emitir el voto habrían participado en la votación, tanto si se hubieran abstenido de acudir a las urnas, como los que hubieran votado a los candidatos oficiales, como los que hubieran entregado la papeleta en blanco o marcada con más cruces que un camposanto (hipérbole) y, sobre todo, reivindicamos la clara intención de quienes hayan optado por inmolar su voto apoyando a un ser imaginario.
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