Sobre los catedráticos de Obstetricia y Ginecología
Los catedráticos de Obstetricia y Ginecología españoles son todos hombres. De sexo masculino, queremos decir. No puede darse mayor paradoja que los máximos expertos oficiales en la mujer, -en su fisiología específica y en el más indubitado proceso que solo puede albergar en sí la hembra humana y jamás, por mucho que las ciencias adelanten, realizará el macho de esta especie, la gestación y el parto-, sean tipos con pene.
Podrá decirse que no hace falta tener de lo que se sabe todo (o casi todo), ni por ser mujer se habrán visto vaginas, ovarios, úteros, o trompas de Falopio, por decir algunas especificidades físicas del segundo sexo. Tampoco los veterinarios tienen del animal al que tratan más que un porcentaje. Pero no es esa la cuestión.
Porque nadie negará que el máximo interés por analizar, ayudar o entender algo, se produce cuando te afecta directamente. Y a los varones, aunque les afecte bastante, no les afecta igual lo que sucede íntimamente a las mujeres, en cuestiones de los tejidos de los que naturalmente carecen.
Mírese, por ejemplo, cómo muchos de los famosos que ayudan a una causa humanitaria concreta, la han sufrido en sus carnes o tienen el problema en casa. Fundaciones contra el cáncer, asociaciones de niños autistas, o con síndrome de Down, o de afectados de ELA, o tetrapléjicos, o víctimas del terrorismo (perdónesenos por no citar todas las buenas razones para ayudar a los que sufren), cobran más impulso gracias a que dentro de ellas los que asumen el peso mayor de la actuación, o son afectados directos o tienen la custodia del que necesita del cuidado.
Nos podríamos imaginar, sin pretender faltar al respeto de nadie, que esos catedráticos de Ginecología y Obstetricia (o al revés), añoran, en sus momentos bajos, tener algo de aquello de lo que tanto saben. Quizá han pensado en tomar fuerzas de flaqueza y ordenar a un colega que les implante, con las mejores tecnologías disponibles, unos labios de vulva; puede que, incluso, mientras manejan las probetas con embriones humanos, hayan tenido la tentación de implantarse algunos blastocistos y ver qué pasa.
Mujeres catedráticos de Obstetricia, Ginecología, Pedagogía (y Proyectos, Urbanismo, Tecnología Nuclear, ya). Y, sí, tampoco vendría mal que hubiera alguna experta en la fisiología del Pene y en el cáncer de Próstata. No la mayoría, ni, por supuesto, todas. Algunas, no más. Para, como en cualquier tema, ver los problemas desde fuera y así ayudarnos a entender, desde todos los ángulos, las mejores soluciones.
(Nota: La idea de este irreverente Comentario -irreverente para con los cátedros de Gine- nos la dió Blanca Lleó, arquitecta, profesora titular de Proyectos, que, en una entrevista con comida, de esas que hacen para la última página del diario El Pais, al mismo tiempo que indica que no hay catedráticas ni de Urbanismo ni de Proyectos, dice que le "deja perpleja" la ausencia de mujeres catedráticos en Pediatría, ni en Obstetricia y Ginecología. )
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