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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre lo que podemos arreglar entre todos y lo que no

Sobre lo que podemos arreglar entre todos y lo que no

En este país pródigo en historias de adulterio, engaño, ocultismo y sofisticación, un grupo de gentes capitaneadas por cuatro políticos procedentes de las alas más ligeras del centro ideológico ha creado una Fundación, llamada Confianza.

Su lema: estosololoarreglamosentretodos.

Sus nombres son: Miguel Roca y Antonio Garrigues Walker (colegas del extinto PRD), Javier Gómez Navarro y Guillermo de la Dehesa (colegas en las proximidades del PSOE, con el que han hecho una brillante carrera profesional) . La campaña mediática que ha desarrollado esa estructura solvente, que se autopresenta como independiente, profesional y apolítica, es impresionante. Solo en Madrid, decenas de placas publicitarias se han visto adornadas con un palabro inolvidable, en fondo negro: "estosololoarreglamosentretodos".

La invitación a incorporarse al manifiesto, apoyada además por unos cuantos personajes de proyección pública e indiscutible buena imagen -Millás, Buenfuente, Mariscal, Adriá, etc- y, para adornar, por algunos individuos más con aspecto de ser como Vd. y como yo, ha movilizado cariños incondicionales. En pocos días se alcanzó la cifra de cincuentamil adheridos, atraídos por el tam-tam de "¿Dónde tengo que firmar para que esto cambie?"

Sin embargo, las reacciones a la operación -indudablemente política, qué le vamos a hacer- no se han hecho esperar. En Facebook se ha creado la plataforma alternativa -en el sentido de ácrata, que agrupa a los de la izquierda irredenta como a los de la pedorreta- Esto no lo arregla ni dios, que denuncia que la campañara es una maniobra publicitaria, orquestada por El Corte Inglés, Telefónica, BBVA, Santander, entre otros.

No ha sido la única lanzada. El partido emergente UPyD también se ha sentido afectado en las intimidades, y ha puesto su particular grito en el cielo por la manipulación ideológica que atribuye, en esencia, al grupo en el poder y a su inmensa capacidad de manipulación.

Puede que sí, si bien se mira. Si se tiene la paciencia de analizar las declaraciones (o lo que sea) de quienes prestaron su cara en el invento y aglutinar el argumento, se puede extraer la línea argumental. En esencia: hay que disminuir la exageración sobre la crisis -no es para tanto-, debemos trabajar en silencio y ser buenos -haced como yo, que he ganado esto y lo de más allá, entrenando sin parar- y, sobre todo, hay que tener confianza en los que están ideando soluciones para superar esta calentura -ya veréis como esto pasa, y nos reiremos cuando volvamos a estar tan bien como antes-

Podría pensarse que, en efecto, alguien nos quiere meter doblada(perdón si se mal interpreta) la llave de la solución por el agujero negro por el que se fue el dinero que nos han volatilizado a los de a pié, vamos, a los currantes de toda la vida.

Nosotros, superado el primer calor del atractivo de caminar todos juntos, nos hemos apartado un poco del grupo, para reflexionar. Tenemos claro que esto no lo podemos arreglar entre todos, sino que son unos pocos -poquísimos- los que tienen en su mano la solución. Ya que no son los mejores, sí son los que tienen ahora la sartén por el mango. El resto, sí, podemos (y, por la cuenta que nos tiene, debemos) aportar nuestro trabajo, nuestra capacidad, incluso nuestra voluntad de someternos a la voluntad de quienes nos guíen.

Pero, por favor, que no nos engañen con gestos para la galería. A nosotros, no. La historia de la cooperación colectiva nos recuerda la de aquel capitán en el campamento de milicias de Montelareina, que, subido encima de un puente que su compañía acababa de construir, animaba a los soldados a empujarlo, haciendo él mismo que empujaba desde la barandilla, gritando: "Fueeer....za!".

Que se bajen los que no empujen, que ya está bien de que tengamos que aguantar su peso, además del puente. Y los que saben cómo salir de aquí, que nos lo digan -desde abajo del puente, igualmente- no sin que antes nos indiquen dónde está el camino seguro, el río navegable, o la nave que nos conducirá a la estratosfera. Porque así, solo por empujar, podemos estar llevando el puente, el carro o la moto, para atrás, o andar dando vueltas sin rumbo.

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