Sobre Cibeles, Arco y la belleza femenina
Ifema, la fundación ferial de Madrid, sirvíó de marco en febrero de 2010 dos ferias singulares: Arco 2010, la presentación de varios expositores-galeristas de arte y la Pasarela Cibeles, muestra del quehacer de algunos modistos consagrados y posibles nuevos valores del mundo de la moda.
Al visitar ambas Ferias, y tener ocasión de asistir a algunas de las exhibiciones, es posible realizar algunas comparaciones entre ambos espectáculos. Porque, ante todo, se trata de una puesta en escena, de...como se suele definir utilizando el extranjerismo...una performance.
Hagamos una reflexión previa. Para aquellos seres humanos cuyo sentido estético no se ha visto vapuleado ni adulterado por conmociones extra-artísticas, el cuerpo femenino -una mujer joven, desnuda, en posición demostrativa de su esplendor- significa la concreción de la belleza,, el canon por excelencia de lo que provoca admiración y deseo.
Así ha sido reconocido a lo largo de la historia del Arte, por múltiples artistas (masculinos y femeninos) y así cabe también adivinarlo en la intención subyacente de todo modisto: vestir a la mujer hermosa para gozar mejor de su desnudo.
Que nuestra sociedad está sobresaturada de imágenes y que el objeto del arte y de la moda ha derivado hacia la intención, por parte de los llamados creadores, de llamar la atención -como sea-, es una obviedad. Pero ello no debiera impedirnos reconocer, para rescatarlos, los propósitos que deben impulsar una obra artística, sea cual sea su manifestación. Se trata de presentar la belleza, para ofrecerla como objeto de disfrute al observador y, si se consigue, además, que el espectador reflexione sobre otros mensajes, mejor que mejor.
En esta libertad, ejercida individualmente, y perfeccionada desde la formación y la cultura artística, no debieran tener influencia ni críticos intencionados por móviles oscuros, ni galeristas ávidos de obtener pingües ganancias con la falsedad de las corrientes artísticas que intencionadamente crean, ni modistos formando grupos de presión y opinión sobre lo que, en se grupito de connivencias, pretendan imponer a los crédulos como valores de una vanguardia que no avanza a ninguna parte.
¿Llenar grandes espacios con manchas, tratar de herir sensibilidades presentando, en la pretensión de ridiculizarlas, posiciones y creencias de algunos grupos, detenerse en la muestra de los atributos sexuales, realizar combinaciones de objetos habituales, agrandarlos o empequeñecerlos, desnudar parcialmente a la mujer para ridiculizar su anatomía en lugar de ensalzarla, combinar fibra de vidrio reforzada en moldes gigantescos, insinuar que alguien podrá ponerse un pantalón en el que se destaque una funda para un pene semierecto, forman parte del arte?
No, rotundamente no. Hay que recuperar la muestra de mensajes constructivos, rescatar la permanencia de las demostraciones artísticas. Se puede y debe reflexionar sobre lo que ocupa y preocupa a nuestra sociedad, criticarlo desde la inteligencia, denunciar la explotación de los desfavorecidos y humildes. Se puede y debe investigar sobre los ropajes que hacen más atractiva la desnudez subyacente de la mujer, creando belleza en su vestidura.
Algunos artistas y modistos (que también lo son), se mantienen en la línea de trabajar con la estética, de comunicar, superando la temporalidad, valores esenciales de la experiencia humana. No es fácil, desde luego. Lo sencillo es ponerse ante un lienzo en blanco y llenarlo de masas de pintura, cubrir el cuerpo de una mujer joven de estrafalarios trapos y pretender que si se consigue llamar la atención, escandalizando a los proclives, se ha creado algo.
Pero el tiempo demuestra rápidamente que el artista-reyezuelo va desnudo. El, no el arte.
0 comentarios