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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la presidencia semestral española en el Consejo de Europa

Los parlamentarios y técnicos europueos más experimentados saben bien que no existe ninguna posibilidad de que las propuestas que realice la presidencia semestral en la Unión europea se conviertan en Directivas en ese mismo semestre.

Si se desea que durante la propia Presidencia se consigan resultados políticos concretos, hay que trabajar desde bastante tiempo atrás y tratar de vencer las posibles resistencias -no solo las del Parlamento, sino, y sobre todo, las del Consejo-, utilizando la capacidad de presión y veto del país para terminar de limar asperezas, y precisar, tal vez, nuevos compromisos.

Porque, por encima del trabajo técnico de la Comisión, se encuentra el juego político de Parlamento y la capacidad de maniobra del Consejo, en el que los países construyen sus alianzas.

La presidencia checa ha demostrado que es posible que una presidencia euroescéptica produzca avances inusitados, no tanto por su propia voluntad, sino por efecto de la coyuntura y de los calendarios. La presidencia semestral de Václav Klaus se ha visto favorecida por determinadas circunstancias, que han permitido aprobar la insólita cifra de 6 proyectos legislativos en primera lectura en el Parlamento, y apuntar los mayores logros de cualquier presidencia anterior.

Tomada carrerilla, la República Checa ha acabado ratificando, ya bajo la presidencia sueca, en noviembre de 2009, el Tratado de Lisboa, con el que el propio Klaus estaba frontalmente en desacuerdo.

El éxito del presidente checo como mandatario temporal de la Unión Europea tiene claves ajenas, incluso contrarias, a lo que a él, segramente, le hubiera gustado hacer, y que le arrastraron a una eficiencia aparente. Resulta que terminaba un período parlamentario, y los diputados salientes deseaban presentar un ejercicio con los mejores logros legislativos.

Justamente lo contrario de la situación en la que se encuentra España, con un Parlamento recién llegado, con una Comisión en funciones y un nuevo Tratado que cambia alguna reglas de juego, con un flamante Presidente de la Unión Europea solapado con la Presidencia semestral y la aparición de conflictos de competencia entre Comisión y Consejo (La Comisión pretende haber obtenido mayor independencia para actuar desde la firma del Tratado de Lisboa, en contra de la opinión del Consejo, que no quiere ver recortada su facultad para decir la última palabra).

En fin, nada que no supieran los funcionarios y técnicos españoles expertos en temas comunitarios. Lo que no se entiende es porqué, desde el Gobierno español, se pusieron tantas expectativas sobre una posición temporal del Presidente Zapatero que aparecía desprovista de oportunidades concretas de conseguir algo efectivo y, sobre todo, una vez que la previsión de conseguir un acuerdo en Copenhague -y abortarse la opción de un Copenhague 2 durante el segundo trimestre-, saltó por los aires.

¿Qué se puede hacer antes de finales junio de 2010?. Realmente, que tenga proyección mediática, muy poco. 

Tal vez, la preparación de un marco para un acuerdo sobre el Cambio Climático en México a finales del 2010 (muy problemático), con una concreción pragmática de la posición europea en la reunión de junio en Munich, y el avanzar en temas que ya están en la cartera del Consejo y que no será fácil desbloquear.

Poco se podrá hacer para lanzar la Directiva de Suelo, que está bloqueada desde 2006 por Alemania, Reuno Unido y Francia (además de Holanda y Austria), la de Residuos Industriales (pendiente de la segunda lectura del Parlamento, que pretende una mayor exigencia en los valores límites de emisión y en los períodos transitorios).

No hay mucha opción para las Directivas Rohs y Wee (respectivamente, para  residuos domésticos y equipos electrónicos), con muy notables discrepancias entre los países de la Europa de los 27.

Qué decir diferente de la Directiva sobre Biocidas, sin especiales problemas políticos pero de gran complejidad técnica y burocrática.

y poco vuelo político inmediato se puede esperar del Proyecto de Reglamento para reducción de las emisiones de CO2 en vehículos comerciales ligeros, que también encuentra reticencias por la situación de crisis actual (aunque, salvo España, todos los demás países de la Unión parecen haberla superado).

Otras preocupaciones temáticas expresadas por el equipo del Presidente Zapatero se refieren a los temas de protección forestal (bloqueado conceptualmente por los países nórdicos, que no desean ninguna regulación) y la plasmación de un modelo de gestión de agua para toda la cuenca mediterránea (cuyas dificultades, dada la diferencia económica, política y de actual tipo de gestión técnica y económica, entre los países que se asoman al Mediterráneo, no merece la pena ni siquiera especificar). Habrá reuniones en Barcelona y Gijón, pero serán de trámite, no de conclusiones.

Lo escrito: La presidencia española en el Consejo de la UE no podrá ser más que una gestión de transición. Que no es poco y que hubiera podido ser rentabilizado internamente si se hubiera puesto el signo de atención públic sobre nuestra vocación europeísta, explicando los temas tal como estaban y con las dificultades reales que se estaban encontrando.

Pero se ha perdido la oportunidad, presentando nuestro paso por esta institución de la UE como si se fuera capaz de marcar un hito histórico. Los optimistas, en épocas de crisis, siempre pierden sus plumas, porque en los momentos de cambio de coyuntura, los pesimistas parecen tener razón.

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