Sobre la Union Europea y su cohesión
Tenemos ya expresado en otras ocasiones que la Unión Europea sigue siendo, como lo fue en sus comienzos, una unión de comerciantes. El recuerdo de Eurofer, Euratom y, no en último lugar, la Política Agraria Común, no deberían quedar obnubilados en la memoria de los europeos. Porque se siguen aplicando estos principios cuando los países líderes de la Unión ven afectados los intereses de sus nacionales.
Los ilusionistas de la unión europea (con minúsculas) abrígarán el hermoso deseo de que, algún día, los europeos se agrupen en los Estasos Unidos de Europa (terminen sus fronteras en los Urales y los Balcanes y tengan o no agujeros geográficos en su seno provocados, ejem, por intereses económicos de la más pura esencia).
La realidad es terca y los resultados, palmarios. Cuando los intereses específicos de Alemania o Francia -sin olvidar al Reino Unido e Italia, aunque por diferenciables razones- se ven afectados de forma significativa, el veto está garantizado. Y cuando, por el contrario, las medidas pueden favorecerlos, soplarán vientos a favor de la supuesta "cohesión europea".
¿Cuál es la posición de España? Pues, ante todo, la propia de un Estado desestructurado, falto de cohesión interna y con grandes tensiones políticas en la traducción de una estrategia internacional. El gobierno de Aznar señaló un intento fallido de angloamericanización de la misma, aunque el momento elegido no pudo ser peor; hay que reconocer, sin embargo, que la idea de fondo no parecía mala: construir un eje resistente y alternativo al poder franco-alemán en la Unión.
Solo que el desastre de la actuación en Irak, sin cobertura posible, mírese por donde se mire, dejó en muy mal lugar a la política española respecto al "núcleo duro" europeo, y desvirtuó la posición de España en relación con los pueblos árabes, complicando, además, la relación del nuevo gobierno socialista con el portavoz genuino del capital norteamericano, Mr. Bush jr.
Agotada la posición privilegiada de España para conseguir ayudas, cerradas las opciones de PAC, desacreditada la posición política del Gobierno ante la beligerancia de partidos, ONGs y particulares que trasladan con facilidad sus litigios a la Comisión y a los Tribunales de la Unión (250 denuncias españolas en 2009), sumergidos en una crisis más profunda de la que afectó a los demás países grandes de la UE, después de habernos jactado de estar mejor protegidos que ningún otro país ¿qué nos queda?.
En nuestra opinión, extremar la prudencia, restañar las heridas y, sobre todo, no alardear de ser paladines en lo que cuesta un dinero del que no tenemos.
Necesitamos una energía y agua más baratas, una estructura empresarial más dinámica y menos pesada, orientada hacia los países en desarrollo; necesitamos reducir el peso de las pensiones, recuperar el campo, relanzar el transporte por ferrocarril, especialmente de mercancías; paralizar la inversión en autovías y vías rápidas (que están infrautilizadas), apoyar al pequeño comercio y al empresariado autónomo y a las pymes, controlar la economía sumergida y, claro está, impulsar la investigación y la enseñanza universitaria, recuperando a muchos escépticos y desanimados y aparcando a demasiados vagos y chupatintas.
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