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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el sustituto

Los sustitutos, interinos y, en general, todos aquellos que sufren de la inseguridad de ver su puesto de trabajo condicionado al cumplimiento de una circunstancia que no depende de ellos, forman parte importante del paisaje laboral.

Los hay en todas partes, y cumpliendo funciones de lo más diverso. Pueden ser jueces, y tomar decisiones que afectan de manera terriblemente significativa en los bienes y la libertad de otros. ¿Lo harán peor por no ser jueces de carrera?

Si Vd. tiene la sospecha de que así debiera, se equivoca. Los baremos de calidad, determinados, por ejemplo, por el número de setencias recurridas a los tribunales superiores, comparando los recursos contra sentencias dimanadas de jueces sustitutos o de aquellos que tienen su plaza en propiedad, demuestran que los porcentajes son comparables.

Hay múltiples casos de funcionarios sustitutos o interinos: en el profesorado, aquella figura heroica de profesor no numerario, prolongada después como profesor asociado y en la actualidad, bajo diversas formas de profesor contratado -incluso becarios-, se encuentran múltiples casos de profesionales de la enseñanza, que apechugan con la enseñanza de las más variadas disciplinas. ¿Ha bajado el nivel de calidad de los egresados?... En todo caso, no, con seguridad, por la culpa de los que tienen su puesto en precario.

Trajadores contratados para cubrir bajas por enfermedad, por maternidad, por permisos, años sabáticos o estancias autorizadas en otros centros o en el extranjero. Detrás de cada ventanilla, en las mesas de trabajo más insospechadas, realizando las tareas más peculiares o complejas, puede haber sustitutos. Algunos, contratados año tras año para cubrir esa real o hipotética necesidad, viven en la precariedad de que, cualquier día, les pondrán de patitas en la calle.

¿Lo hacen peor? En realidad, no lo sabemos con certeza. Pero sospechamos que lo hacen razonablemente bien; se tomarán menos horas de descanso, llevarán trabajo a sus casas, pondrán más atención, seguramente. No hay  estadísticas completas sobre los sustitutos. Hay, sí, la constatación de que son una realidad. Un elemento sustancial del paisaje del trabajo.

Desde aquí, desde esta modesta plataforma, nuestro respeto y afecto hacia los sustitutos. Son el resultado patente de una cruel figura de nuestra sociedad clasista, injusta, discriminatoria. Una sociedad que no duda en crear puestos fijos ad eternum para algunos (muchas veces, paniaguados o privilegiados por sus relaciones) y que condena a otros a ser víctimas de la precariedad.

Ay, si todos fuéramos sustitutos...si todos tuviéramos nuestro puesto en el aire. Seguro que la sociedad funcionaría mejor.

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