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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre preocupantes ficciones

Orson Welles lo consiguió por bastante menos dinero y con mucho más ingenio. Fue en 1938. El entonces desconocido cineasta mantuvo en vilo a los oyentes de su programa de radio por el anuncio de un ataque de marcianos. Dicen las crónicas que la gente se movilizó a millares, presa del pánico, aunque el instigador de la farsa solo pretendía publicidad para su obra "La guerra de los mundos".

Pasados los años, el personal está curado de espantos -ha habido guerras mundiales, múltiples guerras locales, descarrilamiento, inundaciones, desastres naturales y atentados infanaturales-, pero mantiene algunos recovecos de sensibilidad.

No le va a alarmar, por supuesto, que en Pakistán, Irak o sabealádónde varios terroristas suicidas se lleven por delante a varios centenares de ciudadanos que trataban de adquirir cuatro vituallas.

Tampoco se habrá de conmover porque algo más de mil millones de personas se encuentren por debajo del umbral de la pobreza -¿por qué no suben?; será que les gusta estar ahí, ¿no?-. Qué más dará que se esté deteriorando irreversiblemente el Planeta, y que algunos visionarios anuncien que o se toman medidas, -por cierto, de imposible puesta en pié-, antes de 2020 o nos iremos todos al garete, tal vez ahogados por la subida repentina de los mares.

Nos hemos hecho de piedra. Ah, pero que un niño norteamericano esté, aparentemente, aupado a los aires por un globo de helio que su papá estaba fabricando (los papás norteamericanos enseñan a sus hijos a disparar y fabricar globos de helio, por si acaso los necesitan algún día), habrá de movilizar al Ejército y la policía del país y a las televisiones de medio mundo.

"Por supuesto, les mantendremos puntualmente informados de lo que está pasando", decía una y otra vez la comentarista de una emisora de TVE ante las imágenes en las que el globo era atrapado en directo, mientras unas decenas de funcionarios públicos, en vehículos preparados para actuar de inmediato, se acercaban para resolver de una vez la intriga: ¿Estaría vivo el niño? ¿Se habría caído?

Qué desilusión. Era todo una farsa, una engañifla preparada por un padre ansioso de notoriedad. El niño nunca había estado en el globo. Su papá era un especialista en comunicación de masas y quería demostrar de esta estúpida manera que se puede movilizar a la población muy fácilmente, improvisando un Reality Show.

La próxima vez, el o quien lo intente, lo tendrán más difícil. Quizá deben utilizar un gatito, colocarlo en la copa alta de un árbol. La gente se ha hecho muy sensible a lo que pueda suceder a los gatitos y a los perritos.

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