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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre actividades singulares (1)

El deseo de saber del ser humano le ha llevado a las más variadas actividades de investigación y ha tenido consecuencias a veces sorprendentes y de compleja interpretación.

La tarea parece interminable. Unos, siempre al decir de otros, se pasan el tiempo mirándose el ombligo, para, sin embargo, no no llegar a saberse de la misa la media. Menos divertido parece, con todo, que pasarse las horas mirando el vaciado de solares a través de los agujeros abiertos en la tela de protección del vallado.

Son muchos los que andan a uvas, tienen la cabeza como un bombo o se mueven por las alcantarillas del Estado y, aunque rompan una lanza a favor de alguien (y ya deben quedar pocas), no los librarán, por lo general, de salirse con las suyas o por peteneras o, si son más rápidos, tomar las de Villadiego, incluso llevándose el santo y la peana.

Hay quienes, puede que incluso sin tener nada de tontos, se encuentren como pulpos en un garaje, cuando no como elefantes en la cacharrería. O lo echen todo a perder, sin decir oste ni moste (que ya son ganas de pronunciar incongruencias) por un quítame allá esas pajas.

¡Qué dificultoso trabajo, combinando científica reflexión y análisis certero, cabe suponer de ciertos cometidos y dedicaciones!. ¿No es intrigante saber a qué ha conducido la tarea de papar moscas, o tocarse íntimas partes? ¿Qué se ha podido estudiar para acabar no teniendo ni la más pajolera ideade un asunto? ¿Y para no tenerla, con perdón, ni puta?

Se podrá mirar para otro lado, despreciar cuanto se ignora o no dejar títere con cabeza, ¿pero se alcanzará con ello la cima de la sabiduría que se puede suponer de quien tiene el cuerpo jota, le importa todo un bledo o está hasta los mismos aquellos genitales que antes se había manoseado tan poco higiénicamente?

 

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