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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre putones verbeneros

Según la hagiografía popular, un putón verbenero es una ninfómana, especimen de naturaleza fundamentalmente literaria y mito surgido al hilo de conversaciones entre caballeros desocupados que se han tomado unas copas de más, yquieren aparentar que se las saben todas.

Una vez oímos a una señora, de esas que están casadas con un caballero que las ha hecho señora de a cambio de atender a los niños, que en Mónaco había dos putones verbeneros que, bien miradas, son dos señoras con título de princesa que han sacado de alguna manga y que hacen lo que les da la gana con lo suyo, como debe ser,  y que, desde luego, tienen un físico que si ya no quita el hipo (por razón del paso de la edad), sigue despertando admiración, envidias y desasosiegos.

Los putones verbeneros deberían ser, genuinamente, chicas de muy aceptable hechura que se acercaban a las fiestas que organizaban en su pueblo, cuando había orquestas de esas que se llamaban Marimba azul o Los hispanoamericanos, y que tocaban canciones imbailables que permitían sacar a las hembras que se habían vestido de fiesta, a pisar la hierba en entredós, y, con suerte, comprobarles la cuerda del sujetador, antes de acompañarlas a su casa entre los maizales o recibir una bofetada por rijoso.

Ahora las verbenas de los pueblos han sido sustituídas por otros festejos en los que se persiguen astados por mozalbetes generalmente borrachos, por lo que los putones verbeneros existen solo en la imaginación de los nostálgicos.

Tiempos en los que una dama que se defendía de los acosos varoniles podía ser impunemente marcada como más puta que las gallinas, poniéndole un baldón que solo se quitaba de encima hasta que se casaba con el farmacéutico o se escapaba con el cura antes de desacralizarse ambos.

Estos seres entrañables, han desaparecido del santoral irreverente, y han sido sustuídos por una promiscuidad colectiva bastante perniciosa que, en beneficio de una entelequia llamada liberación sexual de la mujer, ha provocado que el sexo haya dejado de ser tabú para convertirse en un ejercicio físico en el que, cuantas más muescas se consigan en la experiencia personal, más realizada se siente una (o varias).

En la adulteración progresiva del lenguaje, hay putones verbeneros semánticos entre los varones, los homosexuales hasta entre los blogueros. Poco tienen que ver estos de ahora con aquellas reliquias de la represión sexual, pobladas de jóvenes que se satisfacían personalmente mirando fotografías de tamaño 2 DIN A-4, y que iban después a confesarse para gozo de extraños.

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