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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el desnudo femenino como reclamo publicitario decadente

Los centenares de revistas que llenan los kioskos de prensa utilizan dos tipos de reclamos para llamar la atención del comprador potencial: el regalo de algún elemento que tenga más o menos relación con el lector y sus excentricidades (la oferta de libros, dvds, bolsos, zapatillas, cerámicas miniatura, etc., ha forzado la invasión de las aceras con ese muestrario de chucherías), y una portada sugerente.

Detengámosnos en las portadas: No importa si se trata de una revista de moda, de cotilleo marujil o de política desestructurada, probablemente la frontal de la revista la ocupe una joven en edad de merecer enseñando alguno o la totalidad de sus encantos físicos, en anverso o reverso.

La intención publicitaria de esta avalancha de desnudeces ha quedado desfasada. Resulta conmovedor advertir la obstinación con la que estos especialistas en publicidad se empeñan en ofrecer imágenes que los ciudadanos pueden ver a miles en vivo y en directo, a poco que estén atentos a las exhibiciones de despreocupada impudicia de jóvenes y no tan jóvenes con las que se han de cruzar a diario.

El cuerpo femenino sigue estando en muy alto nivel de atracción, tanto para varones como para hembras, pero la competencia ha crecido y se advierte la saturación de este reclamo histórico que supuso la perfección progresiva del encanto con el que la hembra humana seducía al macho de su especie.

Una evolución del perfeccionamiento de nalgas y pectorales que, en tarde seguramente inspirada, Desmond Morris y otros estudiosos que hoy crían malvas, habían pretendido justificar como consecuencia de la necesidad de atraer a la coyunda al macho humano. La réplica de las nalgas en la frontal femenina del homo erectus habría servido para facilitar la visión de las atractivas redondeces tanto al ir como al venir.

El atractivo de las masas va hoy por otros derroteros. Seguro que el anuncio del despelote, pongamos por caso, de la más cotizada actriz no alcanza la cumbre de expectación que un tal Cristiano Ronaldo, vestido en calzoncillos -y blancos, para mayor dificultad de desarrollo del potencial sex appeal- consiguió el pasado 6 de julio de 2009 en Madrid.

El solito llenó un estadio de fútbol, con capacidad para 80.000 espectadores, y, para conseguir la proeza, solo necesitó dar un par de vueltas al campo, decir tres tonterías -no juzgamos al emisor sino lo emitido- y enseñar algo del muslamen, para que la multitud aplaudiera enfervecida la peculiar exhibición.

Lo escrito: El desnudo femenino está entrando en su decadencia seductora, por saturación visual de los destinatarios, aunque algunos seguiremos, desde luego, siendo acérrimos defensores de su vigencia eterna como cumbre de las excitaciones placenteras.

Pero por la puerta de atrás se están colando otros reclamos, indicios precursores de un cambio de tendencia. Las piernas masculinas venden ahora más, atraen más al manoseado respetable.

Si esto sigue así, los que nos vamos a meter en los armarios tendremos que ser otros.

(Nota marginal: Por las mismas fechas, otros tantos miles de ciudadanos de parecido aspecto normal, aunque en este caso de la etnia norteamericana, asistieron en vivo a un festival-sepelio en honor del cantante de pop Michael Jackson.

El espectáculo fue difundido por decenas de cadenas de televisión de todo el mundo, por lo que su visionado -bello palabro de origen indiscutiblemente colonial- superó la cifra de varios millones de mirones. Presuntos desocupados que vibraron de emoción, dolor y amor por la muerte hipotéticamente a causa de sobredosis de un artista que enterró en vida su personalidad verdadera, para suplirla por la de un sosias que fue ídolo de multitudes.

La muerte también vende; y si no son camisetas, serán en este caso, dvds con las danzas y cantos, vueltos macabros, de un genio de la música ligera)

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