Sobre la nueva edad de las cavernas: el estudio de los ecosistemas
El profesor Paolo Forti, del Istituto italiano di Speleologia es un crack. Derrocha simpatía y buen humor, lo sabe todo sobre los karst y los espeleotemas, y casi todo sobre casi todo. Animó con sus intervenciones las Jornadas sobre Espeleología científica celebradas en El Soplao, en Cantabria, dirigidas por el profesor Fernández Rubio, otro crack.
Habló Forti sobre el estudio de los ecosistemas en la conferencia oficial y sobre un montón de otras cosas en los descansos entre conferencias, en las excursiones -para analizar un ejemplo de karst costero y para girar una rápida visita a la cueva- que se organizaron en torno a las jornadas, y lució en las sobremesas.
Se tuvo que ir antes de la visita detallada a la Cueva -preparada para "turismo de aventura"- que se realizó el domingo, 5 de julio de 2009, porque no quiso privarse de asistir al cumpleaños de uno de sus nietos, en Bolonia.
Paolo Forti explicó las razones por las que los depósitos químicos en las cuevas son un instrumento precioso para estudiar el cuaternario. Son, dijo "trampas naturales de acumulaciones, en donde se pueden observar sedimentos físicos, biológicos, químicos y...basura".
Las formas de los espeleotemas hablan de su espeleogenética. En las grutas, la tectónica está menos enmascarada, ha permanecido más protegida. Casi todas las concreciones son de carbonato cálcico, aunque también se pueden estudiar procesos realizados a baja entalpía (termatitas).
Analizando los espelelotemas puede estudiarse el clima, el ambiente, la existencia de terremotos y otros accidentes del terreno, acaecidos en el cuaternario, y datarlos con exactitud gracias a las trazas de algunos elementos (carbono 14, la transformación natural Thorio 230/ Uranio 234, fundamentalmente), además de encontrarse atrapados insectos y detectarse microorganismos...
La datación más frecuente se realiza analizando la transformación del Uranio en Thorio, que es, sin embargo, contaminada por la reapertura de las grutas. Las técnicas de luminiscencia, que detectan la presencia de materia orgánica -húmicos o fúlvicos- pueden obtener precisiones "de días". Se pueden describir períodos de 1.400 años, con precisiones de 1 año.
Los espeleotemas en las costas son especialmente interesantes, debido a que las glaciaciones han afectado a los niveles del mar. Estalactitas profundas en el Mediterráneo (incluso a 78 m) guardan huellas de los animales que vivieron en él.
La forma de las estalactitas ilustra sobre el proceso formativo. Por ejemplo, se encuentran estalactitas telescópicas (en el interior, silt y en el exterior, capas de calcita). Durante el período glaciar, se cortaba la aportación de agua y, al terminar éste, las cuevas quedaban inundadas, formándose el silt; al restaurarse el clima, se continuaban formando depósitos de calcita.
En cuanto a las roturas, se pueden investigar las causas, distinguiendo entre las producidas por glaciaciones o por terremotos o colapsos.
El estudio de los espeleotemas se amplió recientemente. Hace 30 años se analizaban únicamente las concreciones de calcita y aragonita, como indicadores paleoambientales (la aragonita se forma siempre con climas más cálidos). Hace apenas 7 años (sobre 2000) se incorporaron al análisis otros elementos químicos: relación calcita/yeso, dolomía, inclusiones sólidas o líquidas, polen, etc.
En la llamada Cueva de las Velas (Naica) sobre la base calcítica se han depositado minerales muy diversos: celestina, hematites, goetita, compuestos de plomo y manganeso, con anterioridad al yeso. La detección de los compuestos con azufre es importante, porque, como se detectó en la Grutta de Cala Fetente (Italia), el azufre se forma siempre sobre el yeso, no sobre el carbonato, al oxidarse el sulfhídrico a sulfúrico.
Los impactos humanos son también objeto de análisis. Así, la aparición de mellita Al2 C6 (COO)6 .18H2O, en puntos en donde nuestros ancestros cocinaban con carbón. El turismo puede causar daños a los concreciones. En la Grutta de Castalana, se creaban fuertes corrientes ascensionales debido al faro de 1 kw que se había instalado para iluminación, generando "velas" de aragonito.
Pero el peligro mayor para las cuevas son -afirmó el profesor Forti- los cientíticos. Antes, los que entraban en ellas, eran espeleólogos: se contentaban con disfrutar de las cuevas. Hoy, los paleoambientalistas, convertidos al "lover sampling", toman 25 muestras de cada espeleotema, y esta destrucción creciente de huellas, obligaría a regular de forma estricta las intervenciones sobre ese legado precioso que son las cavernas.
(La fotografía que incluyo con el Comentario, tomada en la cueva de El Soplao el 5 de julio de 2009, recoge una cómica "formación kárstica inventada" que algún intruso espeleólogo de los de antes del boom dejó en la caverna como manifestación singular de su reivindicación satírica para que se sustraiga a las cuevas kársticas de la fiebre turística)
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