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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la religiosidad como factor social

No hay duda de que algunos se empeñan en dar al César lo que debería ser de Dios, entremezclando a sabiendas los churros con las merinas. La religiosidad como elemento de influencia social, esto es, económica, viene siendo el banderín de enganche para grupos de influencia muy variados, en este país como en otros, en la religión católica como en cualquier otra.

Por supuesto, la raiz de todo ese lío de confusión de las creencias de los libros sagrados con los adoctrinamientos por los que se prometen -y consiguen- cosas de este mundo, pero solo a quienes hayan pasado por sus gañotes las piedras de molino con las que se les obliga a comulgar, está en lo apetitoso que resulta vivir como dios en esta Tierra. Y una fórmula bien acreditada es prometer la eterna bienaventuranza a los crédulos y hacerles al unísono la existencia más difícil a  cuantos osen poner objeciones en el camino hacia el altar en donde se venera el becerro del poder y el dinero.

Rezar al Ser Superior en grupo y mantener esa unión ante la fe para conseguir mover los más dorados hilos terrenales es un proyecto ambicioso  que exige de parafernalia, autoridad, dineros, presión moral, milagros, castigos y todo un edificio construído a base de favores, de hoyportimañanapormi, y de sinoestasconmigotevasaenterar. No es sencillo ni se improvisa.

Podemos poner nombres a estos grupos, -estrictamente sectas, pero en absoluto porque aglutinen a la fuerza a seres débiles, sino porque consiguen captar a seres fuertes para mejor difundir una nueva de lo más antañona, ésa de que todo lo podemos si apoyamos sin fisuras a aquel que nos importa. El credo terrenal debe adornarse con unos pocos principios que sirvan de identificación y compañía: hay que estar en contra de algo, y hacerlo con vehemencia iluminada,

Que otros poderes humanos, como son, sin duda, los partidos políticos, regidos por similares o idénticos breviarios pero con dioses más laicos y las mismas actitudes descalificatorias del contrario, ocupen circunstancialmente algunos de los sillones, no debería hacernos olvidar que ellos están ahí. Siempre están ahí.

Entre bastidores, cuando vienen mal dadas. En la palestra, si sale el sol. Son más fuertes, más resistentes a las adversidades. No tienen nada que perder, porque los dioses están de su lado. Están dispuestos a cambiar de nombre y hasta de santos y líderes. Cuentan con un arma infalible: la fe en que todo lo que no es eterno, perece.  Y manejan la eternidad con el cuidado de un sabio.

Contra la fe, paciencia. Paciencia para apoyar los avances del ser humano, en la lealtad, en la solidaridad sin contraprestaciones, en el respeto a las ideas de los otros. Esta paciencia nos permitirá presentar la batalla desigual de David contra Goliath . Manejando la finitud y la ética universal como espadas flamígeras.

1 comentario

Miguel -

"Podemos poner nombres a estos grupos", pero esta vez no los pones..., ji ji, veo que Alsocaire se vuelve más políticamente correcto.