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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre Dios, ese desconocido probablemente inexistente

Los autobuses de Londres lucirán a partir de enero de 2009 una inscripción singular: "There´s probably no God. Now stop worrying and enjoy your life".

Se trata de una campaña que auspicia la British Humanist Association, que dirige un tal Richard Dawkings, biólogo, y que está soportada por contribuyentes anónimos. Un grupo de gentes tan ilusionadas con el proyecto de difundir ese mensaje insólito que han realizado aportaciones muy superiores a lo que cuesta insertar el anuncio en el medio de transporte elegido, así que tendremos cuerda agnóstica para rato.

Aunque el lema no aporta nada nuevo, los creyentes tienen motivos para estar preocupados.

En primer lugar, pueden pensar, y con razón, que si la probabilidad, por pequeña que sea, se resuelve a favor del suceso cuestionado, y resulta que ese Ser tiene ganas de demostrar su existencia de una forma definitiva, la enojada divinidad pueda aprovechar la provocación para lanzar un mensaje inequívoco contra los díscolos humanos, quién sabe, tal vez acelerando el cambio climático o mutando un par de bacterias.

Pero el motivo de mayor contricíón puede estar en los sancta sanctorum de las religiones, allí donde se reciben, o creen recibir, se interpretan o se inventan, las señales del Más Allá. Porque ese movimiento incipiente de rebeldes contra una de las creencias más persistentes, si prospera, puede aumentar el negocio de los locales de diversión, restaurantes y sitios de lenocinio, pero arriesga dejar sin apoyo económico, las variadas máquinas de recaudar dinero que se han consolidado en la Historia de la Humanidad, que, bajo la pretensión de hacer la pelota a las divinidades inmortales, se han conformado como religiones de cometidos bastante más pedestres.

Los mandamientos de Dawkings incluyen varias reflexiones de naturaleza ética, tratando de incorporar principios universales derivados del pensamiento kantiano y de otros ilustres escépticos, pero los espacios de los autobuses no dan para más. Corren el riesgo los organizadores del show, por tanto, que el gran público se quede solo con los titulares.

Han quedado fuera de cobertura mediática frases como "No hagas a otros lo que no quieras que te hagan" o "Respeta el derecho de los demás a estar en desacuerdo contigo" y otras de igual calibre. No vendría mal rescatarlas, aunque la campaña costara mucho más dinero, porque su incumplimiento por una buena parte de la Humanidad es evidente.

Puede incluso llegar a pensarse, siendo ingenuos, que entre las razones por las que hubo que apelar a alguien superior, repartidor de premios y castigos desde su posición de eterno aburrido, estaba la necesidad de poner algo de orden a la propensión a desmadrarse. 

Mirado así, la publicidad de esos nuevos Humanistas es despilfarro. Porque, en medio de la parafernalia de ritos y devociones, pasarlo lo mejor posible que te permite el dinero disponible y la hosquedad de los de al lado, era un objetivo al que no estábamos dispuestos a renunciar.

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