Desde lo que creemos saber hacia lo que no podemos ignorar
Frente a quienes creen saberlo todo, porque están poniendo continuamente parches a su inmensa ignorancia, echando mano de todo tipo de subterfugios, se encuentra el reducido grupo de quienes trabajan en componer las frágiles bases del edificio del conocimiento colectivo, tratando de poner a salvo, si no las verdades absolutas, al menos los procedimientos.
No es una tarea sencilla. De la complejidad de ese esfuerzo, de la terrible parquedad de las conclusiones incontrovertibles, hemos tenido, los asistentes al ciclo de conferencias que organizó la Fundación Ramón Areces en Madrid (días 10 y 11 de noviembre de 2011), algunos interesantes reflejos, con la presentación de varias ponencias en torno al tema: "Ciencia y religión en el siglo XXI: ¿diálogo o confrontación?", del que fueron coordinadores Emilio Chuvieco (Catedrático de Geografía en la Universidad de Alcalá) y Denis Alexander (Director de The Faraday Institute. St. Edmund’s College. Cambridge). (1)
Solo hemos asistido a dos de las conferencias, cuya orientación conceptual resultó contrastada, y cuya estupenda profundidad y lo atractivo de las presentaciones nos hizo, además de saborear lo que expresaron los ponentes, lamentar no haber tenido tiempo para acudir a las restantes.
Fernando Sols, catedrático de Física en la Universidad Complutense de Madrid, disertó sobre "Heisenberg, Gödel y la cuestión de la finalidad en la ciencia", pero se extendió en otros recovecos muy sugerentes. Francisco Ayala, catedrático de Ciencias Biológicas en la Universidad de California, se concentró en el tema "Evolución, creación y diseño inteligente", prestando especial atención, al final de su exposición, a una cuestión que -la verdad- en España ha interesado menos: las teorías de los creacionistas y su rechazo como verdad absoluta, tanto a nivel jurídico como científico y teológico.
La disertación de Sols supuso un repaso con plausible sistematicidad sobre varios asuntos que ocupan la atención de los científicos curiosos acerca de la mejor metodología para encontrar explicaciones a lo que (nos) está pasando: presentó, por una parte, las consecuencias del principio de indeterminación de Heisenberg: la predicción precisa del futuro está prohibida por la física cuántica, por lo que hay espacio, aunque no se pueda demostrar, para la existencia de la libertad individual y el principio de Providencia.
Respecto a la pregunta clave de qué o quién determina el futuro, se refirió a los teoremas de incompletitud de Gödel (en 1931), y al "halting problem" de Turing (1936), para centrar la cuestión de la indecibilidad: Un sistema lógico con un número finito de axiomas y reglas (y no tenemos otra opción), suficientemente complejo como para contener la aritmética, y sin contradicciones (consistente), no es (no puede ser) completo.
Las consecuencias son extraídas como una sarta de descorazonadoras conclusiones: El carácter aleatorio de una secuencia es indecidible (Georges Chartin), es decir, el azar no es demostrable: la ausencia de diseño no tiene estatus ontológico, es un concepto fenomenológico (se utiliza porque es conveniente). Para Karl Popper, en su Logik der Falschung, el criterio de falsabilidad es una conclusión científica: una teoría es científica solo si es falsable, es decir, tiene un cierto riesgo de ser refutada. H.C. Reichel (Mathematical Undecidability) la hipótesis del azar es indemostrable, y, a la inversa, la tesis teleológica es irrefutable, en principio, y, por eso, no es científica (no satisface el criterio de falasabilidad).
En suma, las cuestiones sobre finalidad pueden ser de alto interés filosófico, pero deben quedar fuera del debate científico, indicó Sols, antes de que se abriera un atractivo turno de intervenciones, del que extraemos estas perlas:
"La mecánica cuántica describe perfectamente la estadística, pero hay que tener extremo cuidado con las consecuencias de que solo podemos realizar un número finito de experimentos." y
"En la naturaleza, hay experimentos que se pueden predecir, pero no hay estadísticas posibles cuando el experimento se realiza solo una vez. En la materia de la evolución, pasa algo parecido: puede haber situaciones en que una mutación tenga consecuencias a largo plazo. No hay que darle al resultado un carácter tecnológico, porque si en matemáticas se ha demostrado que el azar es indemostrable, con mayor razón esto será cierto en otras disciplinas, como en el caso de la física cuántica o la evolución".
(Continuará en otro Comentario)
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(1) El Dr. Alexander -evangelista confeso-, suponemos, se habrá referido en su conferencia a su libro (publicado en 2008), que lleva el mismo título; en marzo de 2011 estuvo también en España, para impartir la II Conferencia Fliedner de “Ciencia y Fe” [2] sobre el tema: “Ciencia y fe: de Darwin a Dawkins". (Dawkins es el autor de The God delusion, 2006)
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