Sobre la homologación académica de la especialidad de medicina oriental
La medicina occidental ha avanzado muchísimo en las últimas décadas, y si hubiera que reducir a cuatro pinceladas las razones de este salto descomunal, habría que referirse a la farmacología, la cirugía -ayudada por la microelectrónica y otras ramas que se habían mostrado ajenas a la medicina, como la hidráulica o la mecánica- y la informática. Un buen médico, cualesquiera que sea su especialidad, ve sus diagnósticos facilitados por la existencia de una gran masa de información, una panoplia de pastillas y preparados químicos, y la disponibilidad de equipos para el análisis de humores, tejidos y líquidos corporales.
La medicina oriental no ha avanzado especialmente en las últimas décadas. Utiliza básicamente la acupuntura y la presión física sobre el cuerpo -ventosaterapia-, las sustancias naturales -no siempre para su ingesta (fitoterapia)-, la moxibustión, y un conocimiento del cuerpo humano y de las reacciones sicológicas ante el dolor y la enfermedad que arranca desde el principio de los tiempos, y que recurre a la meditación y a la filosofía.
En los modernos centros hospitalarios orientales se utiliza una sabia mezcla de ambas sabidurías. El médico oriental se basa en las facilidades para el diagnóstico rápido que ofrecen los avances occidentales en analítica, los confirma y utiliza desde la perspectiva del chi (energía vital) y la observación atenta de las reacciones de los ejes corporales o meridianos. Cuando no ve necesarias intervenciones drásticas -fármacos u operaciones-, aplica métodos curativos o paliativos muy poco agresivos: pinchazos, presiones con la mano o con ventosas, aplicación por masaje o con ingesta controlada de sustancias naturales.
Los médicos españoles están divididos acerca de la homologación de estas técnicas que, en algún otro país europeo -como paradigma, Francia-, han adquirido categoría oficial académica. En España, la aplicación de estas técnicas se restringe oficialmente a la acupuntura y al masaje, y se lleva a cabo por fisioterapeutas o ats con conocimientos en medicina oriental.
La homologación de las enseñanzas no es ni sencilla ni gratuita. Las consultas y tratamientos de medicina oriental no son cubiertos por la Seguridad Social y, por tanto, tienen que ser costeados por el propio paciente. Además, aunque se mezclen en el asunto objeciones científicas, los aspectos corporativos de la clase médica, ocupan un lugar preferente, ante lo que es visto como una injerencia de competencias. Los médicos orientales y los occidentales, obviamente, no han estudiado lo mismo para abrir sus clínicas y consultas: unos, vienen desde la histiología y la cirugía; otros, desde la sicología y la filosofía.
Como en todas las historias en las que se reencuentran dos ancianos que llevan tiempo sin verse desde la niñez en que fueron amigos, parece muy atractivo que ambos se cuenten con tranquilidad lo que han aprendido en sus largas vidas y saquen conclusiones comunes.
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