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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre la curiosidad por lo que hace la vecina

En toda niñez de varón, siempre hay alguna vecina a la que se sorprendió mientras se quitaba el sujetador, se duchaba con la ventana entreabierta, o se cambiaba despreocupadamente las bragas tras una persiana mal bajada.

No importa que después se hayan acumulado a estas imágenes infantiles, cientos de otras más próximas, mejor gozadas y carnales: el delicioso escorzo de aquella mujer sorprendida en acto íntimo, una instantánea robada a la casualidad, persistirá impecable como uno de los momentos inolvidables de la existencia.

Escribimos este comentario para todos, aunque desde una percepción genuinamente masculina. Podríamos hacerlo sexu inverso, aunque resultaría menos sólido el ejemplo. Las mujeres tienen -y siendo axioma, no necesita el aserto demostración alguna- menor capacidad para entender del morbo. Nos lo recuerdan muchos casos del día a día: véase si no, que son muchas menos las mujeres lesbianas que  osan salirse de su armario. O no les hace falta, o prefieren la oscuridad de sus yoes para moverse en libertad sin las estridencias.

Todo esto va a cambiar. Bibiana Aído, ministra de la Igualdad del Reino de España, que, por su juventud, no ha tenido tiempo para muchas vivencias  pero se ha fijado mucho y trata de sacudirse el pelo de la dehesa politiquera, se ha fotografiado con un dibujo infantil que puede ser el logo-símbolo de la que nos espera.

En el dibujo se ve a dos monigotes, blandiendo uno la escoba y el otro, una cartera de ejecutivo.

Parece ser que el autor o autora del emblema -tal vez, la propia mini-ministra- ha querido identificar con ello la igualdad entre sexos que se propugna. Si es así, se debería reconocer al varón como el monigote de la escoba, por sus pantalones cortos y el pelo erecto; la hembra sería la de la faldita escocesa, el maletín y los tres pelos ladeados. La igualdad, convertida en vaso comunicante, estaría insinuada por la unión casta de las manos de uno y otro. Juntos por la lucha final.

Protestamos con güasa respetuosa por la igualdad que nos anuncian. Desde nuestro pedestal, hubiéramos preferido otras variantes del mismo esquema sintomático.

La mejor, que los dos palitroques llevaran sendos maletines (Día de furia en tiempos de desempleo: manzana y malhumor; alternativa: sitio para guardar los resultados de la gestión pública destinados al coleto propio),. O, por lo menos, se podía haber indicado que cada palo aguantara su escoba... (Hay tanto que barrer; Coslada, Marbella, Madrid; que nadie se sienta ofendido, por favor, si omitimos su pueblo).

Desde esa desilusión un tanto mosca, proponemos como imagen divertida de igualdad, la de la vecina observando plácidamente por la ventana abierta, tomándose un glenfidich y  despreocupada de taparse las piernas, cómo su vecino se despoja de los gallumbos, antes de invitarlo a cenar en el Zalacaín para planificar el fin de semana entre las sábanas.

Por lo demás, esperamos que, dado el exigüo presupuesto del Ministerio, el logo se lo impriman gratis. Nuestra proposición va sin copiráit, así, en pelotas picadas.

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