Sobre Juan Gelman, premio Cervantes 2007
Juan Gelman es un hombre al que las circunstancias convirtieron en poesía, modelándolo a golpes de dolor, tristeza y sinsabores, haciéndolo símbolo para muchos argentinos y bastantes latinoamericanos. Símbolo de resistencia, de honestidad personal, de dolor vital expresado, no a gritos, sino desde la calma de lo que uno sabe que no puede controlar solo.
Cuando a Juan Gelman le concedieron el Premio Cervantes, seguro que han sido muchos los que se lanzaron a conocer algo de lo que escribía este autor, definido como poeta, aunque también ha sido cronista de una época que nunca deberá repetirse de la historia reciente argentina. Las alabanzas se precipitaron sobre él y su obra, aunque Gelman es un escritor muy premiado.
Algunos empezaron a fijarse en su rostro, en su actitud, en la forma de responder a los halagos. Juan Gelman parecía cansado, dijeron.
Hay una blog que habla mucho de Gelman y que surgió en el 2000 desde la intención de un admirador, Marcelo, simpatizante de Amnistía Internacional, de ayudar al abuelo-poeta a encontrar a su nieta, desaparecida cuando la dictadura argentina. Quizá leer su biografía ayude a entender algo más sobre sus razones vitales. Pero es en su obra literaria donde un autor nos muestra la parte del misterio de la existencia que le correspondió desvelar a sus lectores.
Gelman se mueve con galones de visitante ilustre y un aspecto físico actual de tímido solemne -él, que batalló en campos donde había que apretarse los machos para no saltar desvencijado-, por los pisos donde habitan la poesía y el periodismo -utilizamos su metáfora-.
Puede que la mayoría se contenten con saciar su curiosidad conociendo algo de su vida, intensa y dura. Otros, se animarán a leerlo. Nunca será tarde. "Se puede entonces volver a casa/y no buscar soluciones,/entrar en uno mismo/como una visitación" (Juan Gelman, A Mara)
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