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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre las acepciones del nosotros en los discursos institucionales

El discurso de Navidad de SM el rey Juan Carlos Primero nos da oportunidad de analizar las diferentes acepciones que la primera persona del plural ("nosotros") puede adoptar en un mismo discurso institucional:

1. La identificación con el Gobierno. Así cuando dice: "Debemos proseguir y abordar juntos las reformas necesarias, cumpliendo además nuestros compromisos en materia presupuestaria y de déficit", es evidente que, puesto que quien ha asumido tales obligaciones ante los demás socios de la UE es el Gobierno, el Rey se está considerando parte integrante de él. En realidad, constitucionalmente, el Rey no forma Gobierno, pudiendo interpretarse la redacción como un lapsus de quien redactó el discurso base que, como es lógico, habrá sido el equipo ideológico socialista en esta legislatura.

2. La asunción de una falsa identidad, para dar proximidad a la frase respecto a quien debe, en realidad, sentirse apelado. Es el caso de las expresiones del tipo: "Debemos desterrar el desánimo, levantar la cabeza, aunar esfuerzos y continuar la faena, conscientes de lo que somos, de lo que ya tenemos y de lo que podemos avanzar". En este ejemplo, y como no es posible concebir que SM tenga que desterrar desánimos y levantar la regia cabeza, ha de interpretarse que somo sus súbditos -es decir, todos los demás- los que debemos cambiar de estado (no de país, sino de estado anímico).

3. El reconocimiento, como emisario de terceros, en tanto que líder local, de que se debe a obeder a las entidades superiores. En esta expresión: "La crisis ha exigido importantes decisiones por parte de nuestros poderes y a escala europea ha exigido concertar nuevas iniciativas", concentra adecuadamente la sensación de que SM no es ajena a la necesidad de acatar la existencia de poderes a los que hay que obedecer y que a SM le corresponde, en nombre de aquellos, explicar al resto del grupo su pertinencia.

4. La identificación con subgrupos ad hoc, de forma versátil, poniendo de manifiesto el carácter camaleónico de la institución que representa y su entidad adaptativa, magmática, aunque también, por ello, identitariamente muy confusa. No es fácil entender, por ello, qué tipo de personalidad asume cuando indica que: "Todos ellos (se ha referido antes a "todas las personas que han asumido grandes sacrificios este año") merecen nuestro más amplio respaldo". Se puede interpretar, por tanto, que SM se está identificando con quienes no han tenido que sacrificarse, por lo que resulta confuso cuando continúa expresando que "Sus múltiples desvelos diarios y los de millones de familias cuentan con nuestra mayor gratitud, pues contribuyen al bien de todos". La frase debería analizarse desde un punto de vista macroeconómico.

5. La personificación del espíritu nacionalista integrador, excluyente de separatismos e independentismos, adquiriendo un tono dogmático y adoctrinador, de quien se sabe con carisma para marginar a los rebeldes y asumir las creencias de la mayoría (desde luego, coincidentes con el sentir de los dos partidos políticos mayoritarios y algún otro). "Somos una gran nación (...) integrada en la UE, con la que estamos comprometidos y por la que siempre hemos apostado". Aquí SM se convierte, imaginativamente hablando, en un ser extracorpóreo, pues el "siempre hemos apostado", no puede referirse a su años de vida, ni tampoco a la propia Monarquía, sino a las esencias europeístas surgidas, tal vez, a finales de los setenta del pasado siglo, dentro del karma hispánico.

6. La representación de los "españoles", como presumible concepto jurídico indeterminado, autosuficiente y con plena capacidad de acción en la autarquía hipotética identificada como "España", y en la que los efectos de cualquier acto afectan, en esa comunión ideal, a todos sin excepción. "De cómo le vaya a  España depende de cómo le vaya a cada uno de los españoles. (...) no caben actitudes individuales ni colectivas de indeferencia o de egoísmo, que a la postre nos dañan a todos".

7. El plural mayestático. Curiosamente, y aunque en algunas frases podría inferirse que SM habla como institución, y que, como sucedía en todas sus alocuciones anteriores públicas, su "nosotros" se debería referir inequívocamente a la Monarquía, no es el caso de este discurso, que, incluso adopta un tono de humildad muy al gusto de los tiempos. Así, cuando dice: "Todos, empezando por nuestros partidos políticos y agentes económicoso y sociales, somos importantes para conjugar voluntades (...)", realiza una curiosa omisión de la propia Monarquía, que es rebajada al nivel -perdónesenos a nosotros- del hombre de la calle.

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