Sobre los peligros del aceite de girasol y su trazabilidad
La Agencia española de seguridad alimentaria ha alertado el 25 de abril de 2008 sobre el riesgo de consumir aceite de girasol procedente de Ucrania. Contendría hidrocarburos tóxicos que, aunque en proporciones pequeñas, sería susceptible de causar efectos dañinos sobre la salud humana si se consumieran de forma regular. Se justifica desde las autoridades españolas que origen del aviso de riesgo proviene de las unidades de vigilancia francesas. Parece que desde últimos de febrero, Francia, que es el puerto de destino europeo del aceite uncraniano, en donde se someterá a las operaciones de rectificación, andaba ya con la mosca detrás de la oreja. Sin embargo, lo que se está haciendo ahora en Francia es recoger en la prensa la noticia de la decisión española, sin hacer ninguna referencia a medidas en el propio país, tal y como si el asunto no fuera con ellos. La confusión reina en el tema. Se diría que el síndrome del aceite de colza, contaminado con anilina, que causó la muerte de centenares de personas y la desgracia de varios miles en 1981, gravita sobre la decisión adoptada aquí.. Nos parece que el Ministerio de Sanidad ha aplicado con precipitación el principio de precaución y que debería haberse coordinado con los demás países presuntamente afectados, para tomar una medida idéntica en todos ellos. Además, si el riesgo era mínimo y localizable tras una investigación cómoda, lo prudente hubiera sido esperar unas horas. Antes de causar alarma, debería haberse realizado la detección exacta de las partidas contaminadas, teóricamente factible gracias a la trazabilidad de los productos de consumo sanitario, que es obligatoria en la Unión Europea, y de la que estamos orgullosos. ¿O no?
Al no poderse detectar todavía las partidas concretas que están contaminadas, el representante del Ministerio, siguiendo instrucciones, se dice de la Comunidad Europea. ha desaconsejado cautelarmente el consumo de este aceite, recomendando a los consumidores que posean alguna botella del líquido que aguarden hasta que se completen los análisis ordenados y se divulgue las marcas que pueden consumirse sin riesgo. Lo que se hará, parece, en unos días.
La alerta del responsable de la Agencia, transmitida por la cadena SER, ha generado un clima de inseguridad ciudadana, y, como suele suceder, también de inseguridad jurídico-económica, ya que los daños que se están causando sobre la industria alimentaria son, además de incalculables, muy altos, y habrán de ser reclamados a algún culpable del desasosiego.
Ucrania -dentro de los países de la antigua URSS- es el primer productor mundial de aceite de girasol y la Unión Europea, el principal consumidor (alrededor de 2,5 millones de toneladas anuales). En España, el consumo de este aceite, mucho más barato que el de oliva, ha subido de forma espectacular.
Lo que resulta, además, inexplicable, es que las autoridades francesas, si han detectado en febrero alguna irregularidad en el aceite de girasol ucraniano, no hayan ordenado más análisis de inmediato (entonces) y paralizado las partidas dañadas. Por no hablar de la cuestión misteriosa de la "contaminación con hidrocarburos", como si pudiera identificarse esta genérica denominación de productos químicos con sustancias peligrosas.
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