Sobre el trabajo y las mujeres
Es el día de la mujer trabajadora en esta parte del planeta en donde somos dados a las advocaciones, en fechas elegidas por lo general siguiendo criterios mercantilistas. No es el caso. Como todos los articulistas dedicados a ilustrar sobre el tema se encargan de recordarnos, lo que se conmemora aquí es el asesinato en 1857 de más de cien mujeres trabajadoras (146) del sector textil que murieron en Nueva York al ser incendiada la nave en la que se habían hecho fuertes en una huelga, reinvidicando una jornada de solo diez horas.
La mujer se ha incorporado en España, como en la maýoría de los países occidentales, al trabajo remunerado. En cuanto al trabajo no remunerado, aquí como en cualquier lugar del globo, las mujeres han llevado siempre la parte más gravosa: cuidado del hogar, de los enfermos, trabajos de apoyo a los varones asalariados no reconocidos, desprecios, vejaciones (incluso autorizadas por religiones que entronizaban a dioses machos y machistas).
Queda tanto por hacer para que la mujer se iguale al hombre en los aspectos formales, que la labor no puede llevarse a cabo sin una profunda conmoción social. Algunos de los supuestos logros o avances por la igualdad de sexos, son falsos: no gana nada especial la mujer a la que se hace empuñar las armas contra el prójimo, no es motivo de orgullo para nadie que para ganar el sustento con el que sacar adelante a su familia, haya mujeres dentro de las minas, carretando pesados fardos o conduciendo camiones pesados.
Tampoco es justo para ellas que para acallar algunas voces o edulcorar conciencias se impongan cuotas mínimas o se eleven a puestos de más responsabilidad, de forma digital, a algunas hembras. Solo cuando el reconocimiento a la igualdad se haya extendido a todos los resortes de esta sociedad controlada por valores masculinos, podremos hablar de igualdad.
Entonces sabremos apreciar el mayor valor de la sensibilidad, valoraremos lo que significa educar a los hijos en la familia, entenderemos que el trabajo remunerado no nos hace libres. Nos hace libres el actuar unidos, hombres y mujeres, codo con codo, para mejorar el bienestar de todos. Y, desde luego, nos hará sentirnos orgullosos el que, cuando una mujer, con capacidad para ello, conseguida desde la igualdad de oportunidades en escuelas, oficios y trabajos, decida estar en el mundo laboral remunerado, no tenga ni que enseñar más pierna, ni sonreir mejor, ni aguantar comentarios sobre su pelo ni, desde luego, imitar a los machos dominantes para que le hagan un hueco.
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