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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Sobre el incontrolable impulso de contar intimidades de los otros

Nos ha sorprendido la publicación del libro "La soledad del juzgador", aparecido el 20 de noviembre de 2007, cuya autora es la periodista Elisa Beni Uzabal.

Las razones de la sorpresa radican exclusivamente en que la autora, haciendo funciones de biógrafa, es la esposa del juez Gómez Bermúdez, que presidió el tribunal del Once-M. Pero, además, es la directora de Comunicación del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, con lo cual, en nuestra opinión, se cierra el círculo de la inoportunidad. Un título alternativo, también con gancho editorial, hubiera podido ser: "La soledad de la mujer del juzgador".

El libro se enmarca en la corriente hagiográfica del juez que se ha hecho famoso, sucesivamente, en primer lugar, por haber sido rechazado repetidas veces en competencia con el super-juez Baltasar Garzón, para presidir la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, porque su currículum era insuficiente, según la oposición progresista, es decir, socialista; y, en segundo lugar, su fama se consolidó y alcanzó las cotas de ser "un orgullo para España" (vicepresidente De la Vega dixit) por la forma de dirigir el juicio contra terroristas más delicado de la historia de este país.

Nos parece que Elisa Beni hubiera debido resistir el impulso de contar las intimidades de los otros. No exactamente de aquel con el que comparte su lecho conyugal, sino de las conversaciones de su esposo con otras personas, incluída la fiscal Olga Sánchez, en relación con las preocupaciones de esta profesional respecto a posibles actuaciones de los abogados en su defensa de los imputados.

Porque, si bien es cierto -por ejemplo- que la posible petición de exhumación de los cadáveres de las víctimas del gran atentado por parte de los abogados defensores, para comprobar en ellos restos de los explosivos empleados (y que la togada habría leído en un periódico y levantádole honda preocupación), sería de imposible aplicación por improcedente, que el nuevo super-juez le haya dado una lección de práctica procesal a la fiscal, aconsejándola que se mantenga "al pairo" de tales murmuraciones periodísticas, resulta increíble. Y si no es increíble, al menos, sería, indelicada su divulgación.  

También conviene dejar reseña de la circunstancia excepcional de que la fiscal Olga Emma Sánchez no ha resistido la ocasión de abrir su sensibilidad a la exposición pública, cuando da a conocer en El País del 7 de noviembre de 2007, indicaciones respecto a su sufrimiento y frustación porque no le han dejado decir a final del juicio todo lo que le hubiera gustado (recuérdese el brusco corte del Juez Bermúdez a su intervención) o por el hecho lamentable para todos, de que sus propios compañeros no se han acordado de los funcionarios que trabajaron en el caso, circunstancia por la que se refiere a ellos como "compañeros -en mi caso sólo de escalafón-". Ay, Carmela.

 

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