Sobre la petición de perdón de la iglesia católica por su colaboración con los rebeldes en 1936
El obispo Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal española pidió perdón sobre "actuaciones concretas" en el "decenio de los treinta". Lo hizo en el discurso de apertura de la Asamblea Plenaria de la Conferencia eclesial, dn noviembre de 2007.
Recoge así la antorcha de conato de mea culpa que había intentado el cardenal Tarancón en 1971, en un momento más delicado de la historia reciente, y por el que se sometió a votación e la Asamblea Conjunta de Obispos y Sacerdotes un texto que decía "(...) pedimos perdón porque no supimos a su tiempo ser verdaderos ministros de reconciliación en el pueblo dividido por una guerra entre hermanos".
Fueron muchas las imbricaciones entre la iglesia católica y el gobierno del dictador Franco, iniciados incluso antes del levantamiento rebelde, cuando se había instaurado la II República. Posteriormente, Franco tuvo la facultad de proponer el nombramiento de los obispos, entrar bajo palio en las iglesias, penalizar a todas las demás religiones, obtener el primerizo reconocimiento del Vaticano como único gobierno legítimo (1938), etc.
Los asesinatos, torturas, escarnios, persecuciones y palizas de algunos eclesiásticos por la chusma, que personificó en prelados, monjas y frailes, su odio de clases y su pobreza intelectual, fue una actuación reprobable, pero que no cabe imputar al gobierno republicano ni a quienes, junto a él, defendían el orden democrático. Las actuaciones de apoyo a la "Cruzada Cristiana" por parte de la Iglesia, con la reprobación de todo lo que significara pensamiento libre al margen del dogma católico, sí gozaron del mayor consenso.
La iglesia católica, como "cada grupo humano" (sic, obispo Blázquez), tiene aún que aprender mucha humildad para favorecer la reeconciliación general de los seres humanos, al margen de ideologías, niveles sociales e intelectuales, y... creencias. Precisamente uno de los elementos que, en esta religión como en todas las que se ufanan por ser las verdaderas, es visto con total recelo por los agnósticos, es su vinculación por las cosas terrenales, y su inequívoco apoyo a los poderes económico y político, cuando garantiza mayor estabilidad.
Está bien pedir perdón por lo que se ha hecho mal, -es una catarsis que beneficia fundamentalmente al malfactor- pero si la religión católica pretende servir para que Dios, si existe, tenga cuidado de los seres humanos, haría bien en realizar un repaso general de las muchas veces en que se ha equivocado por confundir lo que le viene bien a la curia con lo que necesita este animal lleno de odios que pretende ser centro del mundo sin más apoyo que su imaginación calenturienta.
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