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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Burlas al derecho, al Derecho y a la Justicia

Entre las expresiones que los abogados utilizamos, como muletilla argumental en los escritos de la compleja papirogenia procesal, figura en lugar destacado la de "burla al Derecho", para indicar que una actuación, con apariencia de correcta, está vulnerando, sin embargo, el ordenamiento jurídico.

La proliferación de listillos, prepotentes, delincuentes y toda esa variopinta colección de individuos que aprovechan en su beneficio tolerancias y debilidades de los demás, incluso de las normas generales, me invita a distinguir entre tres categorías, no independientes, por las que no se respetan las condiciones para una pacífica convivencia.

Existen, en primer lugar, burlas al derecho. La creciente marea de omitir la ética como norma general de conducta, ha permitido, de forma colateral, que muchos piensen que lo que no está regulado no debe ser cumplido, aunque dañe objetivamente a otro. Las Constituciones y códigos se han esforzado en incorporar los derechos -fundamentales o no- de ciudadanos y colectividades, pero no todos están en letra impresa, ni tendrían porqué estarlo.

El derecho a la vida, a la libertad ideológica, al trabajo digno, al matrimonio, a tener hijos, a deambular libremente, son ejemplos al azar de derechos que, en general, están más o menos protegidos en las legislaciones. Algunos han cambiando con los tiempos, o se han matizado.

Burla al derecho con minúsculas, el que, en una cola de quienes esperan ser atendidos, se cuela, usando su jeta o la amistad con el que expende; lo burla el que graba con beneficios desmesurados (20%?) los márgenes de producción, aprovechándose de la ignorancia del consumidor; burla al derecho quien se atribuye honorarios cien o mil veces superiores (o veinte) al de la media de los empleados de su corporación, argumentando que su tarea es imprescindible.

La valoración de lo que son burlas al Derecho corresponde, en última instancia, a los jueces y magistrados de los Tribunales, aunque todo ciudadano, y especialmente, los abogados, en tanto que profesionales del Derecho práctico, podemos ofrecer una amplia panoplia de ejemplos.

Es una burla al Derecho la de quien, pretendiendo que una ley les obliga a realizar obras de accesibilidad universal para poder funcionar como clínica en un edificio vecinal, y con una licencia municipal, realiza, sin autorización de la Comunidad de vecinos, obras de instalación de un ascensor en su local, destruyendo forjas, vigas y viguetas de propiedad común; es una burla al Derecho cerrar una propiedad comunal, amparándose en que en ella se poseen varios castaños; es una burla al Derecho destruir documentación de una infracción o valorar de distinta forma ésta, según quién sea el denunciante.

Y, para cerrar el ciclo de agresiones al orden social, es una burla a la Justicia, no cumplir, utilizando todo tipo de triquiñuelas, incluída la omisión voluntaria, las sentencias y mandatos judiciales.

Esta última es, en mi opinión, especialmente grave. Porque cuestiona, de raíz, la eficiencia del Estado de Derecho. Será por sobrecarga de trabajo, por ineficiencia, por falta de medios coercitivos, porque esta sociedad está cansada y vieja, pero los ejemplos de burlas a la Justicia crecen cada día. 

 

 

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