Sobre cómo elevar la moral de los subordinados con poco dinero
Metidos de lleno en la crisis económica, y mientras nuestros dirigentes -the world leaders y los de andar por casa- se ponen de acuerdo en si la recuperación empezará a finales de 2009, durará varios años o nos hará cambiar de paradigma y nos impedirá comprar nuevos zapatos en unos años, no vendrá de más la divulgación de algunos consejos, que no exigen prácticamente desembolso, para elevar la moral de los subordinados.
Los jefes a los que van dirigidos estos mensajes son, en especial, los que trabajan en la empresa privada; es preferible que los empleen los propietarios de las mismas, aunque, excepcionalmente, también pueden ser usados por los directores generales y, ya con menos fuerza persuasoria, por los de personal, siempre que estos últimos indiquen expresamente que actúan en nombre del propietario.
Para elevar la moral de un subordinado concreto, da muy buen resultado llamarlo por teléfono, a su móvil, cuando se sepa que está almorzando con otros compañeros y/o subsubordinados, y preguntarle por cualquier tontería. Esto le permitirá alardear de excelente relación con Vd., y, al presumir ante sus colegas -incluso comentando: "es que Fulanito (usted) me trae frito para consultarme cualquier duda a cualquier hora"- su autoconfianza subirá varios enteros, y acogerá mejor la comunicación de que no va a ser posible subirle el sueldo este año.
Si llama a su dilecto machaca por la noche, a la hora de cenar, y a su casa, durante unos cuantos días (también para preguntarle o comentarle estupideces), tenga por seguro que su mujer pensará que su marido es imprescindible para la empresa y podrá soportar que este año le congelen el salario; se quejará ante el esposo de que no debiera dejar que le exploten tanto, pero él sabrá -esto es, no sabrá- a qué viene ese cariño de Vd. tan repentino y la duda lo mantendrá entretenido varios meses.
No suele fallar tampoco en eso de elevar la moral sin mucho dinero, el llevar a su subordinado de viaje con Vd. a visitar algunos clientes, y presentarlo ante ellos como su mano derecha, haciéndole algunas preguntas ininteligibles, (que él contestará como pueda) y cuya respuesta deberá Vd. alabar como si proviniera de un asesor del mismo Gobierno de la nación.
Otra opción estupenda es invitarlo a su casa (de Vd.) con su pareja, y anunciarle que cocinará Vd. mismo. Aunque tenga que mandar traer las viandas de la pizzería de al lado, argumentando que se le quemó la gallina rellena de foie y pasas, puede estar seguro que sus comensales creerán a pies juntillas que los ama, y su moral ( la de ellos) subirá unos peldaños.
Tenemos que puntualizar que estos consejos son más eficientes con varones que con hembras. Ellas, como son más listas, por designio natural, son más difíciles de engatusar. Pero para elevar la moral de sus subordinadas, suele servir, en general, la treta de compararlas positivamente con otros colegas; bajará la moral de los elegidos como conejillos, a costa de aumentar la de la fémina.
Puede intentarlo también regalándole colonias, pañuelos de seda o alabando el peinado, cómo viste o lo bien que se expresa, aunque no se lo aconsejo, pues puede ser interpretado mal, y conducirle a lío indeseado con la víctima de su estrategia o, aún peor, a que se le acuse de mobbing sexual y acabe sentándose en un banquillo entre letrados.
¿Y si usted es mujer y jefa y quiere elevar la moral de sus subordinados?. Si son varones, lo tiene francamente tirado. Basta con que tenga un detalle nimio con ellos: acordarse de su cumpleaños, pedirle consejo por cualquier trivialidad, invitarle a tomar una copa después del trabajo. No le de ninguna opción a interpretar de que trata de ligar con él, antes bien al contrario. Deje que su imaginación (de él) calenturienta haga su papel.
Si el subordinado al que quiere engatusar es mujer como Vd., nos tememos que su intención es imposible. Puede intentarlo, sin embargo, explicándole que la empresa está en crisis y que no hay dineo para nuevas subidas ni ascensos y que una persona de la valía de su interlocutor haría bien en buscarse otro empleo. En ciertos casos, su interlocutriz sospechará que la quiere echar, y aumentará su rendimiento; pero también puede suceder que le pida "la papela" .
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