Sobre empresarios y creación de empleo
En todos los objetivos de promoción empresarial desde las entidades públicas, especialmente desde la administración local, se reitera la importancia del pequeño empresario como elemento determinante de un sólido tejido industrial, y se anima a los particulares a invertir, a solicitar créditos hipotecarios, a demostrar su ingeniosidad e iniciativa, arriesgándose.
Pero, después de este mensaje, la foto de portada se la hacen los políticos con los representantes de las multinacionales o las grandes empresas, allí cuando se inagura un complejo de alta calidad tecnológica, en esos parques rodeados de verdes pantallas en donde con patentes foráneas se da trabajo a diez o cien trabajadores de alta cualificación.
Los puestos de trabajo de esas grandes empresas, pueden llega a costar un millón de euros cada uno (en inversiones asociadas), y, en cuanto a la capacidad de empleo local, las oportunidades laborales se ocupan frecuentemente por científicos y técnicos venidos de fuera, pertenecientes a las plantillas de las empresas matrices. Por supuesto, también se da empleo a becarios españoles rescatados de algún laboratorio en universidades extranjeras, -en donde puede que hayan estado lavando probetas de, porqué no, un premio nóbel- y a los responsables de las empresas de desarrollo local.
Completamente en serio: la promoción empresarial debe prestar aún más atención al pequeño empresario, apoyando, desde luego, su asociacionismo y la potenciación de los objetivos comunes o complementarios, y, fundamentalmente, atendiendo a las dos o tres cuestiones básicas de quien arriesga su dinero y, muchas veces, depende de la empresa como autoempleo: menor presión fiscal, más cobertura social, mayor tolerancia respecto a la contratación laboral -hace falta crear un tipo de contrato específico para los empleados del empresario autónomo, que permita una mayor capacidad de autoregulación en la contratación-...
Porque los pequeños empresarios son los que más empleo crean, los que más acusan las crisis pero -paradójicamente- más capacidad de resistencia poseen y, en fin, tienen la mayor sensibilidad local posible. No van a marcharse con una regulación de empleo masiva para ubicarse en un país subdesarrollado cuando las cifras de beneficio les empiecen a no encajar. Van a aguantar con las botas puestas, hasta que el temporal amaine y hasta se hundirán con el barco.
1 comentario
Guillermo Díaz -
Muchas veces los gobernantes ofrecen grandes subvenciones a multinacionales, salen en la foto, y poco tiempo después por mor de la deslocalización, cierran los negocios y se van.
Concluyo por tanto, que el foco de la ayuda ha de estar en el pequeño empresario que es el que verdaderamente genera tejido laboral estable.