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Al Socaire de El blog de Angel Arias

Desprecio de la forma y alabanza del fondo

"Menosprecio de corte y alabanza de aldea" es el título de un opúsculo (tiene poco más de 60 páginas) de Antonio de Guevara en el que, entre muchas citas y otros enjundiosos pareceres, se refiere a un tal Pindárido, que respondió a una pregunta del rey de los espaciatas, afirmando que "la cosa más fácil para el hombre es reprender a otros y la más difícil dejarse reprender".

No importa el tiempo transcurrido desde entonces (bien sea computado desde Pindárido o desde Guevara), la observación reclama total validez, a la vista de la dificultad con la que todos, y especialmente los políticos, reconocen haberse equivocado. Más adelante, en la misma obrita, Guevara recoge el comentario de Plutarco en relación con un personaje sepultado por la historia trascendente, de nombre capitán Nidias, que "nunca erró en nada que emprendiese por consejo ajeno ni acertó nunca en nada de lo que emprendió por decisión propia".

La alarmante situación general del mundo, consecuencia de la rapidez con que se están produciendo los cambios y la incapacidad evidente de los líderes y de sus consejeros para encontrar soluciones adecuadas que eliminen las tensiones sufridas, aconseja recuperar, y con urgencia, una norma de actuación que se ha perdido. Podía expresarse así: Lo importante no son las formas, sino el fondo. No es el ropaje con el que se revisten las ideas (generalmente, en realidad, su ausencia), sino la consistencia de lo que se expone lo que cuenta.

No pretendo dar lecciones a nadie, pero quienes tienen voz pública en este escenario de aparentes miembros del Club de la Comedia española, deberían cuidar más sus declaraciones, atendiendo al fondo de lo que dicen. Deben entender que no los necesitamos para que nos cuenten sobre lo que no saben, ni nos expliquen lo que desconocen, sino para que nos trasladen, de la manera más sucinta y sincera posible, lo que perciben de la situación y, desde luego, lo que proponen que ha de hacerse. Sin improvisaciones ni ocurrencias, sino desde el fondo del conocimiento.

Han de perder el miedo a que los juzguemos por no reconocer que no saben de algunos temas. Porque lo que desconfiamos no es de que no tengan ni idea de lo que hay que hacer, sino de que, por tomar decisiones sin tener idea exacta de las consecuencias de lo que hacen, sin consultar ni escuchar a los demás, nos adentremos aún más en la cueva de ladrones de los que nos jalean para adoptar las medidas que interesan a otros, los que nos esperan en la oscuridad, no las que nos convienen a los que querríamos avanzar en campo abierto y dirigidos por los mejores y más capaces, no por mediocres empeñados en justificarse, criticados por desorientados satisfechos por el hecho irrelevante de señarlos con el dedo gritando que van desnudos.

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