Por qué nos pasa lo que nos pasa (1)
El título de este Comentario no quiere ser una provocación (1), sino una reflexión personal acerca de los defectos (¡y de las virtudes!) que conforman lo que se entiende por idiosincrasia -ἰδιοσυγκρασία-, el temperamento peculiar de la población española, como conjunto, y que no corresponde solamente a cómo nos vemos, sino, sobre todo, a cómo nos ven.
Como el asunto daría para escribir varios libros, me limitaré, en general, a presentar las características de lo que condiciona, fundamentalmente, nuestra manera de enfocar las prioridades.
1. Menosprecio hacia la aplicación metódica para conseguir algo. Los españoles apreciamos, y mucho, el conocimiento que permite resolver una situación conflictiva, pero despreciamos la dedicación de quien se prepara para adquirir el conocimiento. El grupo marginará a los "empollones", "mustios", "siniestros", "aburridos", pero se volcará a seguir las instrucciones de los "brillantes", "convencidos", "iluminados", que tomen la tribuna para lanzar soflamas en momentos de dificultad, o controversia, aunque no tengan la menor idea de cómo resolver el tema.
2. Incapacidad para construir un "manual de acción" colectivo, asumido por todos como el fondo doctrinal indiscutible. Los españoles somos "iconoclastas", y concentramos muchas energías en destruir lo que aparece como sólido, complaciéndonos en ver cómo caen sus bases. Pero no nos preocupamos con igual intensidad para construir, con anterioridad, la alternativa. Así que improvisamos continuamente, sin tiempo para la reacción.
3. Miedo a la planificación. Nuestra esencia es la procastinación, el aplazamiento de la toma de decisiones, hasta que las situaciones se hacen acuciantes. En esos momentos, somos capaces de esfuerzos desmesurados, con heroísmos individuales que no tienen parangón, pero los resultados son bastante aleatorios y, en general, malos, cuando es preciso enfrentarse a graves dificultades, a contrarios bien organizados o a situaciones muy deterioradas.
4. Corrupción estructural de la valoración del mérito. No somos un país especialmente corrupto en lo económico- la evaluación concreta de la corrupción en las bambalinas del mercado mundial no es sencilla, porque solo se descubren circunstancialmente aspectos puntuales y marginales-, pero sí tenemos una tradición indestructible de corrupción en la selección de los mejores.
(seguirá)
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(1) La referencia a la conocida frase, cercana a la boutade, de Ortega y Gasset, referida a los españoles, de que "lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa" es evidente.
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