Ingeniería para AES. Concepto de rendimiento técnico
Los cometidos fundamentales de los ingenieros están relacionados con la producción. Incluso quienes se dedican a actividades comerciales (numerosos en la actualidad) o de investigación (desgraciadamente, pocos) suelen traducir, más que otras profesiones, su eficacia en términos de cantidades.
Esta tendencia, reflejo, sin duda, de su especial formación enfocada hacia el trabajo con elementos materiales, físicos, es interpretada, a veces, con intenciones que no me atrevo a calificar, como que a los ingenieros solo les interesan las toneladas y no lo que cuesta obtenerlas.
Se trata de un error o una construcción argumental de orígenes perversos, que un AES bien informado debería rechazar de inmediato. Los ingenieros -los buenos ingenieros, se entiende- estarán ocupados y preocupados por los rendimientos técnicos y aplicarán las mejores técnicas disponibles, siempre que les sea posible, para mejorarlos.
Para entender la cuestión, es necesario separar los conceptos de rendimiento técnico y económico. El segundo, con el que el "lector-objetivo" (the aimed loved reader) ya estará familiarizado, es casi siempre positivo, y solo excepcionalmente puede ser negativo, lo que se considera como una situación abominable.
La Agencia Tributaria Española, por ejemplo, en línea con los tratados de economía tradicionales, define el rendimiento neto como la diferencia entre los ingresos y gastos de una actividad, y aunque advierte que puede ser negativo, todo parece preparado para que al obligado tributario le salga a pagar.
Los economistas y licenciados en derecho, de acuerdo con su formación académica y su inteligencia, procuran que ese rendimiento sea positivo para los inversores, y se ven compelidos a emplear artificios contables o añagazas jurídico-recreativas, para conseguir su especial cuadratura del círculo: que los beneficios sean lo más altos posible pagando los menores impuestos imaginables.
El rendimiento técnico, sin embargo, está relacionado con la eficiencia o eficacia de un sistema, proceso y máquina. No es una diferencia, sino un cociente entre dos magnitudes homogéneas: lo aportado y lo conseguido. Tìpicamente, se miden las transformaciones de energía, calor o trabajo aportados. Y, salvo en muy contados procesos, es siempre menor que la unidad, porque, en general, se producen en todos los procesos técnicos, pérdidas.
Esto no quiere decir que los procesos ténicos, así considerados, sean ineficientes. Al contrario, la búsqueda de la máxima eficiencia es principal preocupación del todo técnico. El objetivo de los ingenieros es que se aproveche la mayor parte de la energía aportada, y que la eficiencia sea lo más próxima a la unidad (o al 100%, si se refiere a porcentajes).
Desde el punto de vista económico, si se considerasen todas las aportaciones respecto a lo que se consigue -es decir, si fuera posible introducir en la "caja negra" del cálculo de ingresos y gastos de un proceso todas las externalidades, todos los costes de las materias primas-, nos encontraríamos con que casi todas, por no decir, todas, las actividades de transformación serían inviables, porque en la inmensa mayoría de ellas, se obtiene menos energía o menos material, del que se disponía en el origen.
Hay energía que se disipa sin ser aprovechada, material que debe desecharse, fluidos que se contaminan, residuos y desperdicios que se generan en todos los procesos.
En realidad, si existen empresas, si cada sociedad pone en marcha continuamente nuevos proyectos; no es porque a unos les preocupe exactamente la eficiencia técnica, sino porque los creativos -muchos de ellos, ingenieros- idean nuevos productos, materiales, artefactos, modos diferentes de hacer las cosas, sino porque a unos les son más útiles, y a otros más rentables, mientras consigan aprovecharse de la demanda del mercado provocada por la combinación de novedad e interés, al menos hasta que surja otro producto más barato o con mejores prestaciones.
Y aquí es impr
escindible hacer una reflexión. Los avances tecnológicos tienen por efecto natural que el rendimiento ó eficacia técnica por trabajador empleado, y tanto más cuanto más cualificado sea éste, crezca, en tanto que el rendimiento por capital, o rendimiento económico, disminuirá en los procesos tradicionales, que acabarán siendo inviables y aumentará incluso de forma desmesurada, en los nuevos procesos, mientras la competencia no rompa los precios o los cambie la tecnología.
La producción de nuevos elementos en la sociedad tecnológicamente avanzada es, como consecuencia de los nuevos hallazgos, siempre más intensiva en capital y menos en el factor trabajo.
Algo terrible, desde el punto de vista del empleo, porque cada vez costará más dinero crear un puesto de trabajo. Pero interesante, desde el punto de vista del capital especulativo, porque cada vez se obtendrán mejores rendimientos económicos si, abandonando los sectores tradicionales, clásicos, que son intensivos en mano de obra, se emplean los recursos financieros en sectores nuevos. (La figura superior trata de reflejar este concepto: el rendimiento del capital crece más lentamente que el rendimiento por trabajador cualificado).
Seguramente estas ideas, bastante elementales, estaban en la mente de una político española cuando expresó, como final de una arenga con fondo electoralista: "¡Por Madrid y por España, pico y pala!". (1)
Dedicar a los desempleados a trabajar con pico y pala, es una opción válida, desde luego, para aumentar la cantidad de trabajo disponible para quienes tienen baja cualificación.
Pero no me parece que, en este caso, ni los economistas, ni los abogados, ni, por supuesto, los ingenieros, estarían de acuerdo en abandonar, como solución a la crisis, las máquinas rotopalas, los martillos perforadores, los compresores, las alquitranadoras, ... y volver a las épocas de los peones camineros arreglando las carreteras, con picos, palas y pisones.
La Figura inferior ofrece otro enfoque de la cuestión. Recoge gráficamente la previsión de resultados, a partir de unos ensayos piloto y de una experiencia práctica limitada, en la mejora del rendimiento técnico de un proceso concreto, que no viene al caso detallar. En abscisas, se representa el porcentaje de piezas válidas fabricadas y en ordenadas, la relación encontrada al añadir proporciones variables de cierto componente al proceso, como mejora del rendimiento técnico en la disminución de piezas defectuosas.
Las sucesivas curvas representadas reflejan la variación en los resultados al ir aumentando la proporción de otro componente, con efectos muy positivos respecto al rendimiento; esas curvas corresponderian a la proyección sobre el plano base de sucesivos cortes, a los valores indicados de ese componente, de la figura tridimensional que corresponde a la función que liga las tres variables: proporción de piezas defectuosas, aditivo uno y aditivo dos.
El lector encontrará, probablemente, que la explicación dada aquí respecto a ese diagrama es insuficiente, e ininteligible, en tanto que el mensaje primero, y hasta la Figura superior, se entienden perfectamente.
Ese es uno de los problemas que tenemos los ingenieros: cuando tratamos de explicar lo que hacemos, no somos capaces de hacernos entender con claridad, en tanto que para explicar lo que nunca haríamos, apenas hacen falta cuatro o cinco palabras.
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(1) Esperanza Aguirre, Presidenta de la Comunidad de Madrid, en el discurso de cierre del Congreso regional del PP, el 29 de abril de 2012. La frase completa fue: "Vamos a salir de la crisis, no os quepa la menor duda. ¡Por Madrid y por España, pico y pala!"
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