Ingeniería para AES. Dificultades para localizar tanto las Mejores Técnicas Disponibles como las Más Deplorables Técnicas
La Unión Europea ha definido el concepto de Mejores Técnicas Disponibles (Best Available Techniques) en 1996 en su Directiva sobre Prevención y Control Integrados de la Contaminación (96/61/EC), como "la fase más avanzada y eficaz en el desarrollo de las actividades y de sus métodos operativos, que se corresponda con la adecuación práctica de técnicas determinadas para proporcionar, en principio, la base de valores límites de emisión destinados para evitar, o, cuando no sea factible, reducir en general, las emisiones y el impacto sobre el medio ambiente, considerado en su totalidad."
Debe quedar claro que esta definición no ha sido redactada por ningún ingeniero y si inicialmente intervino alguno, su colaboración en ella ha quedado completamente desdibujada. También debo confesar que, aunque la he leído muchas veces -en inglés y en las versiones española, francesa y alemana de la Directiva-, entiendo lo que han querido decir, ..., pero no me explico cómo han decidido decirlo de esa manera incomprensible.
Para un ingeniero, la Mejor Técnica Disponible es, simplemente, la que consigue llevar a cabo un proceso o fabricar un producto de la calidad deseada con el menor consumo posible.
Pero ningún ingeniero trataría de definirla con intención duradera para un proceso determinado. Porque las técnicas evolucionan continuamente y, además, aunque pueda detectarse cuál es presumiblemente la mejor en un momento dado, no siempre estará al alcance de quien desee tenerla, protegida por patentes, inaccesible económicamente o inabordable por el estado tecnológico en que se encuetre la propia empresa o incluso el país.
Y, por su parte, la expresión "menor consumo" tampoco es susceptible de mayor precisión, pues afecta a todos los inputs que entran a formar parte de un proceso de producción determinada y, siendo algunos de ellos, sustitutorios unos de otros, su selección dependerá de diversos factores coyunturales.
Ni siquiera la expresión "calidad deseada" tendrá amplio consenso, pues será la que haya sido, en un momento dado, impuesta al técnico por el mercado o, en no pocos casos, fijada como objetivo por la dirección de la empresa, la administración o la clientela preferencial.
La realidad es más simple. Si se impone a un proceso un objetivo concreto, el o los ingenieros que tengan capacidad de actuación técnica sobre aquél se esforzarán en cumplirlo. Cuando se impongan varios, se tratará de hallar, dentro del dominio de factibilidad, aquél que represente el óptimo conjunto, que será un resultado de conveniencia para cumplir con los requisitos.
¿Se hará con el menor coste, cumpliendo la normativa legal? Por supuesto que sí. Los ingenieros no son por naturaleza, ni despilfarradores ni delincuentes. Han sido educados para lo contrario y con procedimientos de selección que recuerdan aún bastante a la disciplina militar.
Lo que no se puede es pretender que los ingenieros cumplan simultáneamente objetivos discordantes, que serían aquellos que tienen una relación funcional inversa, esto es, que cuando mejor queremos satifacer uno, peor le irá al otro.
Por ejemplo, no se puede ser al mismo tiempo el más barato -si el precio es determinante de la competencia- y el menos contaminante. Tampoco sería posible ser técnicamente el mejor del mercado, obviamente, con una maquinaria obsoleta o con un exceso de mano de obra o cuando ésta no está cualificada de forma óptima.
No es sencillo para el profano decidir si un producto ha sido realizado con las Mejores Técnicas Disponibles o, por el contrario, lo ha sido con las Más Deplorables Técnicas.
Incluso para algo que nos interesa, probablemente solo tendremos ocasión de echar un vistazo al producto acabado en el mercado, leer la publicidad o los comparativos de una revista especializada (pagados por las firmas como publicidad) y está lejos de nuestras posibilidades el introducirnos en la empresa y analizar sus métodos de producción, la contaminación de sus efluentes y gases o si emplean niños o no pagan la seguridad social a sus trabajadores.
En la fotografía, pueden verse diversos resultados de freir, o cocer, de acuerdo con diferentes técnicas y valiéndose de diversos aparatos, un huevo. El producto obtenido parece, en general, comestible. El atractivo dependerá del gusto de cada uno y de su capacidad de sorpresa, así como también si lo presenta, y lo defino por la relación de afinidad respecto al autor, la novia, el esposo, la propia madre (o la de nuestra pareja), uno mismo, Arzak o el restaurador del chiringuito de la esquina.
Y si para freir un simple huevo hay tantas variantes, y todas surgidas con el objetivo de presentar en el plato algo apetecible, ¿qué no podrá decirse de un proceso técnico complejo?
Por eso, si un país quiere estar en la punta del desarrollo tecnológico, o aspirar a ello, ha de impulsar, ante todo, la formación de sus ingenieros. Necesitará, naturalmente, buenos economistas y abogados que controlen que las cuestiones colaterales se realicen correctamente, pero si la gallina pone huevos y no se tienen claras las formas de freírlos, darles apariencia y presentarlos apetitosamente al mercado, de nada servirá que se fijen precios mínimos ni que se redacten complejas reglas sobre el delantal de los cocineros o la forma de ponerse las manoplas para retirar la sartén del fuego.
Por cierto, uno al menos de los huevos presentados, no es tal, que es un medio albaricoque en almíbar puesto sobre nata montada.
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