Sobre Factorias Culturales
Parece que vuelven a estar de moda las factorías culturales. En Asturias, hace ya la tira de años -se cumplió el trigésimo aniversario en 2006-, se pretendió organizar una en las ruinas de la Cerámica Guisasola, auspiciada por el Gobierno del presidente de la Autonomía regional, Pedro de Silva (entonces de mote dual, cariñoso como irreverente, "el asomau", por mor de la sorna asturiana, ya que llevaba una barba al estilo de Abraham Lincoln).
El proyecto tenía todas las de ganar, que son exactamente las mismas que las de perder, según se mire. Participaban en la parida intelectual, Juan Cueto, Chus Quirós, Ignacio (Nacho) Quintana, Ana Belén, Victor Manuel y Rodrigo Uría (este último, para darle un esplendor jurídico, suponemos). Hubo múltiples reuniones, documentadas por el propio Pedro de Silva, al que le gustaba confeccionar las actas de los actos en los que participaba.
La lectura de estos documentos es materia que despertaría nostalgias, cuanto menos. Imaginamos que se guardan celosamente en la hemeroteca de Presidencia del Principado, para memento hominem et inimicus pavor.
Se acababa de celebrar la Feria Internacional de Muestras de Asturias y, según se registra en los papeles, el están de la Caja de Ahorros había sido un éxito. El Presidente de la Caja debía ser Angel Noriega, aunque quien mandaba en este instrumento de poder económico, por entonces, era Troteaga (el Trote).
El proyecto quería ser centro de irradiación de información cultural, base para la conmemoración del VI Centenario del Descubrimiento de América, y convertirse en "centro de reflexión especular" (?), además de "servir de captación del ocio" (la frase es de Juan Cueto, ideólogo de la cosa cosadiella).
Para empezar a andar, el Gobierno regional puso desde el IFR, presidido por Leonardo Alvarez de Diego, en colaboración con Adamicro, la primera piedra. Consistió en recuperar la casita del Príncipe, un chaletito a orillas de la carretera a Llanera, en el que se instaló un centro de CAD-CAM (que la gente despistada seguramente interpretó, erróneamente, que sería un puti-clú), y que se amuebló con elementos de mobiliario estelar diseñados por Chus Quirós, uno de los mejores exterioristas de Asturias (q.e.p.d.)
La inauguración del invento, que debía ser un éxito total, fue un fracaso sin paliativos, porque la mala uva quiso que Control Data, fabricante de los megaordenadores que debían formar la base logística, no pudo desaduanar a tiempo los equipos del que debía ser uno de los centros telemáticos de referencia en Asturias.
Para no retrasar el evento, al que acudieron el Ministro de Industria y Energía, Joan Majó Cruzate, y decenas de autoridades y empresarios, se preparó con urgencia una conexión telefónica con el ordenador de la Escuela de Industriales de Gijón, que era de la misma especie tecnológica, aunque de tamaño varios números menor. No dejaba de ser una ingenua manera de pretender lanzar el proyecto y movilizar simpatías, pero resultó que, en aras del periodismo de investigación, justo al día siguiente, en donde debería ir el éxito de la fase uno, la prensa del Movimiento se demuestra jodiendo a los de la propia cuerda, divulgó que se habían inaugurado unas cuantas cajas vacías.
Así que el proyecto quedó tocado del ala ab origine, y ni los políticos ni los ideóloogos se atrevieron a poner los dedos cerca de aquel fuego, salvo excepciones impagables, como el consejero Emilio Murcia, que, desgraciadamente para Asturias y para el proyecto, falleció poco después.
Pero a lo que íbamos. Resurgen las factorías Culturales, los Museos, la movilización de la cultura, sea lo que sea. En Avilés, sin ir muy lejos, en la antigua fábrica de Confecciones Camino, se está en ello, para potenciar aún más el Centro Niemeier, ya muy avanzado en su plasmación virtual.
El proyecto más importante, con todo, se culmina en Galicia, bajo el nombre de Ciudad de la Cultura, que se pretende que "vertebre culturalmente el corredor atlántico", según el Presidente de la Xunta, Emilio Perez Touriño. Nos suena.
Esa Factoría Cultural galega, que se abrirá a finales de 2009, se levanta en el Monte Gaiás, en Santiago de Compostela, aunque hasta 2012 no estará en pleno funcionamiento. Tendrá muitas cousas para atraer público: un Museo dos Nenos, otro da Historia de Galicia,... No faltarán, imaginamos, restaurantes, cinematógrafos y salas de arte en donde se realicen jápenins, de cuando en vez.
Como Galicia es una región con 3 millones de personas y una concentración de creatividades inagotable, no necesitarán apoyo técnico en la Xunta. Si les apeteciera, sin embargo, hacer una planificación de futuro, podrían acudir a la región vecina, y darse una vuelta por las instalaciones que fueron de Cerámicas Guisasola. La Factoría Cultural asturiana, iba a tener en su Casa del Reloj el emblemático centro de acogida. Al lado, estuvo incluso el Museo de la Ciencia, efímereidad en la que participó la Caja de Ahorros de Asturias, dejando sin pagar al Centro de Cancán una parte de la obra, al menos durante un largo período, suficiente para matar el proyecto definitivamente.
Los excursionistas gallegos, si se animan, pueden encontrar, en el camino de la Venta del Gallo, hoy irreconocible por el lío de autovías de circunvalación a la gran urbe de cemento y ladrillo en que se ha convertido Oviedo, además de las ruinas bastante más ruinosas de lo que fue La Estufa asturiana, ocupando la Casita del Príncipe y la nave anexa en la que centenares de asturianos recibieron clases de Autocad, un hospital veterinario. Sic transit.
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