Inspirándose en un trabajo de chinos
Entre las muchas sugerencias constructivas que pueden deducirse de culturas diferentes en las que no hemos sido educados, la oriental (me refiero aquí especialmente a la china) proporciona un bagaje que me parece excepcionalmente atractivo.
Crece el número de estudiantes de la lengua china, y las razones para ese interés parecen derivarse de la convicción de que así se facilita el acceso a un mercado imprescindible, cuya entidad no hará más que aumentar en las próximas décadas. Desde luego, como mejora de la dotación personal para encajar en "un nuevo orden" previsible, en donde ciertos países con economías emergentes jugarán un papel predominante, esa decisión no puede sino compartirse.
Sin embargo, aprender a leer y a expresarse satisfactoriamente en esa lengua tan diferente a las occidentales solo será factible (salvo para privilegiados) si se toma la decisión cuando se es muy joven. Así que, sin faltar al respeto, considero muy poco probable que si el lector ha llegado hasta aquí pueda cumplir el reto, dada su edad.
Con todo, introducirse en las formas de relación y razonamiento verbal de las lenguas orientales resulta muy útil como provocación para generar ideas o metodologías en las que, seguramente, no se hubiera reparado. Ya se sabe que la creatividad se refuerza situando la reflexión personal en entornos que no habían sido trillados.
La estructura gráfica de la escritura china descansa en un conjunto de caracteres o signos básicos, con el carácter de clasificadores, -unos 250- que se combinan idealmente para formar ideogramas más complejos -hasta 50.000, aunque con el conocimiento de 3.000 o 4.000 se podrá leer un periódico y entender la mayor parte de los escritos-.
No existe una metodología clara para esa combinación, aunque en bastantes ideogramas se puede detectar algo de la intención que los originó, si bien, con el transcurso del tiempo, muchos se han adulterado hasta hacer irreconocibles sus intenciones originales, y constituyendo un quebradero de cabeza para quienes tratan de sistematizar de pé a pá (符号中的意义) el aprendizaje.
Voy ahora a la aplicación. La cultura occidental nos ha llevado a suponer que existen 8 o 9 tipos personalidad que constituyen las líneas básicas del comportamiento. Cuando analizamos con sentido crítico la relación de personas a las que se les atribuye cada uno -gentes públicas de las que sabemos, realmente, poquísimo-, advertimos, en general, que lo que se está valorando son, en realidad, sus actuaciones frente a situaciones excepcionales.
Pues bien: Desde mi observación, resulta sorprendente comprobar que las personas adultas asimilan las características de lo que ven o experimentan con mayor frecuencia, transformando su aspecto físico y adoptando sus módulos de comportamiento a lo que pueda derivarse de ese estado circunstancial.
Por ejemplo, una persona con un perro se acabará pareciendo a él y, para facilitar la transformación, comenzará eligiendo, si puede, uno que ya se le parezca algo, y adquirirá la costumbre de hablar para él, darle órdenes, comer lo mismo que él y, ya como culmen de la identificación, sacarlo a pasear por la mañana temprado o de noche cerrada, para evitar recoger sus cacas, alegando que es él, el supuesto propietario, quien sale a dar un paseo: se estará comportando como el animal que tiene por compañia y, por extensión, como casi todo individuo con perro: egoísta, despreocupado por sus semejantes, etc.;
Si alguien tiene la boca o las orejas grandes, se emparejará con alguien de parecidas características, porque se habrá acostumbrado a no verse esa cuestión como defecto, sino como mérito: los de las orejas, serán melómanos; los de las bocas, golosos: Si se ha vivido en Alemania -especialmente, si allí ha sido marginado como gastarbeiter- se presumirá de ser más rígido que sus nacionales y, además, si se es varón, existe una alta probabilidad de que se deje crecer una barbita de chivo, beberá mucha cerveza y dirá jawohl a cada tontería que se le ocurra, convirtiéndose en un plomo para sus semejantes ; si es propietario o usuario de un lujoso chalet individual, es casi seguro de que también manejará un coche de alta gama y evadirá impuestos, cazará bichos con muchas cuernas y alimentará la suya; etc.
Añadiendo signos a lo que se sabe de una persona, se podrá perfilar lo esencial de la personalidad y comprobar que está reflejado en su apariencia, y esta observación puede perfeccionarse con el añadido de combinaciones de nuevos signos, hasta llegar a alcanzar una precisión satisfactoria -e inquietante- acerca del previsible comportamiento del individuo.
Haga la prueba con su jefe o compañeros de trabajo, con los políticos más relevantes y, cuando adquiera práctica de clasificación, experimente con desconocidos. Si le contestan con un exabrupto y no digamos, si le largan una bofetada, es signo inequívoco de que está en el buen camino.
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